Después de la
bofetada de realidad, en el primer envite contra el Sabadell, llegó un golpe
difícil de encajar. El Mallorca no estabilizó ni su juego ni el resultado.
Estuvo dubitativo y poco eficaz. Los rojos no enhebraron ataques concluyentes
y, poco a poco, cayeron en la trampa del contrario. Se firmó un primera parte
errática y con poca visión táctica. José Luis Oltra tocó cosas en su
alineación. Nunes y Pep Lluis Martí vieron el inicio desde el banquillo. Kevin
pasó al lateral para que Bigas fuera central junto a Agus. Iñigo Pérez se juntó
con Thomas en la medular y arriba jugaron los previstos. Y otra vez se volvió a
perder el centro del campo y, con ello, aparecieron nuevas dudas que vuelven a
señalar a la zaga.
Por su parte
Julio Velázquez se intentó enganchar atrás y salir, con velocidad, a la contra.
Además buscó enrocar la zona de medios con dos futbolistas de perfil más
destructivo. Dorca, el más inteligente de todos sus centrocampistas, y Acciari
pusieron tiza y se cerraron por dentro para que Tete y Saúl tuvieran un poco
más de espacio a la contra. Y lo consiguieron claramente. El número veinte fue
un cuchillo que seccionó la banda mallorquina.
Ya en la
segunda parte hubo circunstancias que cambiaron el color del partido. El Murcia
tocó, incomprensiblemente, su sistema y perdió su ventaja. El Mallorca con un
jugador menos volteó las tendencia del partido pero terminó por hincar su
rodilla víctima de un penalti y de la segunda expulsión. Mejorar en
tarea defensiva es una obligación. No hay equipo en el mundo que pueda soportar
ocho goles en dos partidos y corregirlo es una prioridad total.