Siempre es mejor jugar contra un rival asequible que
medirse a un equipo con dinámica positiva y objetivo de ascenso. Eso sí,
después toca jugar y demostrar. El Mallorca precisaba ganar, por encima de
todo, y a ser posible convencer. No hizo, ni lo uno ni lo otro.
La Sociedad Deportiva Huesca se presentó al partido
después de un inicio de competición lleno de tumbos tácticos. Diferentes
sistemas de juego, con alternancia en el posicionamiento de los jugadores, se
han traducido en dudas generalizadas de rendimiento. Todas estas circunstancias
parecían, a priori, un buen caldo de
cultivo para que los mallorquines conquistaran victoria. Al final fue derrota y
justa.
Albert Ferrer jugó con Acuña en la referencia y tres
futbolistas por detrás. Los primeros quince minutos fueron esperanzadores. Hubo
cierta llegada y sensación de peligro. Moutinho enarboló la bandera del juego
exterior. De sus botas salieron los mejores balones con opción de remate.
Ninguno se aprovechó. Inexplicablemente fue sustituido.
En el centro del campo volvió a aparecer cierta
incapacidad para hacerse con el control del partido a través de la conservación
del balón. Sissoko, hasta que jugó, fue el mejor jugador en la medular. Puso
cierto orden y pudo organizar algo de juego. Su premio también fue la
sustitución.
Durante la segunda parte el Mallorca se puso con dos
delanteros centros y empeoró en su juego. El problema principal apareció por la
distancia entre los medios centros y los dos delanteros. Fue casi sideral.
Acumular futbolistas por delante de la línea de balón, sin orden ni concierto
táctico, trae más problemas que soluciones. Y así fue.
Además también se perdió la batalla de la superioridad
posicional, no numérica, en el centro del campo. El adversario metió, haciendo
efectiva su posición, hasta tres futbolistas. Mientras que el Mallorca
sacrificó su banda derecha dejando situaciones de mucho peligro. Machis se
encargó de hace sangre. Avisó y mató. Su posición precisó, durante muchos
minutos, ayuda y colaboración. Casi nunca llegó. Y cuando lo hizo fue tarde y a
destiempo.
El resumen fue otro partido deslavazado y con ningún
síntoma de mejoría evidente. Reconocer los errores empieza a ser
imprescindible. La afición ve los partidos y es absolutamente consciente del
mal juego y de las derrotas.