23 diciembre 2015

LA PARTIDA NO HA TERMINADO





El Mallorca se encuentra en una situación delicada y que precisa sutura. Pero la mala clasificación y la falta alarmante de gol no deben esconder algunos aspectos positivos que se deben mantener y potenciar. 


Defensivamente se están haciendo las cosas de forma aceptable. Es difícil crear ocasiones de gol en Son Moix. Los adversarios tienen verdaderos problemas para llegar a la portería roja. Alargarlo en el tiempo es obligación.


Reconocer el terreno y marcar objetivos cortos, sin olvidar el compromiso final del Club con sus abonados, es un acierto mayúsculo. Utz Claassen y Miguel Ángel Nadal han lanzado un órdago imprescindible y correcto. Para empezar a correr primero hay que salir del barro. 


Ahora toca acertar en el mercado de invierno. Es imprescindible. El Mallorca no tiene gol. Su delantero centro es opaco. Su línea de medias puntas, con muchas virtudes futbolísticas, no coquetea con el tiro eficaz. Y algunos futbolistas suman muy poco. 


¿Qué pasaría si el Mallorca consigue arreglar su problema con el gol?
Olvidar errores y buscar soluciones debe ser la hoja de ruta de un equipo que aún tiene que decir su última palabra. ¿Podremos soñar?

20 diciembre 2015

HASTA LA SUERTE EMPIEZA A SER ESQUIVA


La posición incómoda en la clasificación no ofrecía posibilidad de duda. Ganar para intentar definir un futuro más nítido era un acto de responsabilidad. No pudo ser. Pepe Gálvez debía tejer un plan estratégico adecuado para tumbar a un rival temible como visitante.  
El Mallorca estaba obligado a aprovechar el punto defensivo más débil de su rival; los flancos. El Girona, sobre su juego exterior, ha enseñado en numerosas ocasiones su aval y, a la vez, sus vergüenzas. Encontrar el momento adecuado de robo de balón para, justo después y en la transición, picar a los espacios exteriores era pura necesidad táctica.

El Mallorca fue, durante muchos minutos, mejor que su adversario pero no pudo cerrar un resultado favorable. Los mallorquines fueron con Damià y Yuste en la sala de máquinas. Chocaron con hasta tres futbolistas contrarios y salvaron con éxito el envite. Pudieron asumir el control y se convirtieron en los constructores invisibles de enrocar el centro del campo. Jugaron en inferioridad numérica pero la transformaron en superioridad posicional. ¿Por qué? Contar con un futbolista más, en la zona ancha del terreno de juego,  no es garantía de eficacia y el Mallorca se encargó de demostrarlo. Dominó el juego y tuvo mucho más control.  

Pablo Machín, de forma previsible, se apoyó bajo la fortaleza de sus tres centrales. Poderosos en el juego aéreo pero con alguna duda en basculaciones extremas. Bianchi fijó y condicionó pero jamás intimidó. Su anclaje fue una condena para la línea de vanguardia del conjunto mallorquín. Brandon por detrás y las llegadas machaconas, con diagonales incluidas, de Moutinho y Pereira fueron el aval para poder tumbar el partido del costado rojillo. Desgraciadamente no fue así. 
En la segunda parte hubo cambios de sistema de juego y adaptación. El Girona pasó a 1-4-4-2 clavando a sus laterales. El Mallorca buscó músculo con Sissoko y desplazó a Brandon al costado. La decisión de fortificar la medular no fue negativa en el juego y sí en el resultado. Los mallorquines fueron superiores al contrario pero la falta de gol terminó por dictar sentencia. Además ahora se abre una nueva incógnita. ¿Qué pasará con Pepe Gálvez? 

13 diciembre 2015

DECISIONES A REMOLQUE



El Mallorca estuvo más pendiente del resultado que del juego. Las decisiones fueron a remolque del gol inicial y las circunstancias se pagaron con derrota. Las bajas eran de tronío y, a pesar de ello, hubo ambición inicial. Solo inicial y también final. La elección de los futbolistas pudo parecer convencional. Al principio no fue así.
El Mallorca apostó por un perfil de juego con más codicia táctica. En fútbol siempre hay que asumir algún riesgo y el éxito nunca está garantizado. Elevar la presión e intentarlo a través del esférico dependiendo de los futbolistas escogidos fue la opción. Los primeros quince minutos fueron una apisonadora roja. Después hubo un ritmo más lento y dividido. 
Había que decidir cómo igualar el centro del campo del contrario. Yuste tuvo la compañía de Damià y, junto con la ayuda de Ros, consiguieron enrocar la medular. El Tenerife se ancló sobre su trivote de seguridad. La baja de Aitor Sanz fue cubierta con garantía. Vitolo, Ricardo y Abel pusieron tiza en la zona de medios. Intentar franquear tanta presión parecía misión imposible. Y aquí hubo empate técnico.

No quedaba más remedio que buscar otra alternativa de ataque. El oasis debía ser la circulación y machacar con el juego exterior. Martillear a los laterales canarios parecía la mejor opción de todas. Allí Pepe Gálvez tuvo que superar bajas y colocó a Moutinho con Campabadal por delante de un Company que tuvo que bailar con la más fea. 

Bianchi volvió a encontrase incómodo y con escasa participación ofensiva. La ausencia de Brandon volvió a aislar al delantero italiano. Jugar tantos minutos con tres por dentro dejó una línea de vanguardia demasiado huérfana.
Durante la segunda parte hubo una lectura de partido más ávida por parte de Pep Lluís Martí. Mientras el Tenerife cambió su sistema tirando de valentía, con tres medias puntas y su delantero centro, el Mallorca se fortificó con músculo en la medular. Se pagó con una derrota quizás algo exagerada. El empate su hubiera ajustado más a los méritos de los dos contendientes. Al final Pepe Gálvez firmó su segunda final con una derrota dolorosa. 

07 diciembre 2015

GÁLVEZ SE MERECE MÁS CRÉDITO


Tener el absurdo margen de tres partidos es mermar la capacidad de liderazgo de un entrenador. Poner públicamente ese límite es añadir una presión tan absurda como ridícula. Así de claro. En este cambio de entrenador lo mejor, con diferencia, ha sido el aterrizaje de Pepe Gálvez.
Su naturalidad aceptando el reto ha sido el mejor aval para un equipo lleno de dudas. Pero en fútbol las palabras son pasajeras. Solo los resultados sirven para mantenerse en el cargo. Y el Mallorca jugó un buen partido y además selló victoria en el marcador. 
El entrenador mallorquín vistió a los suyos bajo un perfil de juego más valiente. Cambió de sistema con más apuesta de balón. En la  ocupación se subió un listón. En el centro del campo aparecieron Damià con Yuste. Durante los primeros cuarenta y cinco minutos hubo juego y ocasiones más reales.
El Mallorca debía neutralizar diferentes aspectos del rival. Un ataque automatizado con Cesár Díaz, escorado sobre el perfil derecho, y la dinámica de Jona, o de Cruz en la segunda parte, podían sembrar la bandera de la amenaza. Solo lo hicieron tímidamente en alguna ocasión. Los mallorquines alcanzaron eficacia defensiva gracias al trabajo colectivo. 

El Albacete es un equipo con alguna peculiaridad casi única en esta Segunda División. Defender la estrategia, por convicción táctica, de forma tan profunda es digno de análisis. Su colocación es exageradamente atrás; muy atrás. El Mallorca lo aprovechó y generó más peligro que en partidos anteriores aunque no conquistó el gol a balón parado. Salvo desde los once metros.
Bianchi se aisló bastante menos. Tuvo la compañía de un Brandon que se centró y alimentó al delantero centro. Por banda Moutinho y Pereira fueron la elección. El italiano sigue ofreciendo trabajo a destajo pero la pólvora parece mojada. Consiguió transformar el penalti y sería deseable que esto le hiciera mejorar su dosis de confianza. 

En un solo partido se ha visto un Mallorca mejor y con más posibilidades de ataque. En cualquier caso no conviene lanzar las campanas al vuelo. En fútbol la prudencia suele ser un buen aliado. Esta carrera es larga y la dificultad es alta. ¿Podrá Pepe Gálvez salvar los tres partidos de margen que le han propuesto?  

02 diciembre 2015

LA FORTALEZA DEL ENTRENADOR



Los resultados en fútbol son sentencia. Siempre y sin excepción. La gestión depende del balón y para tener éxito es preferible hacer las cosas bien. El Mallorca, desde el inicio de la pretemporada, ha cometido muchos errores. Algunos tan groseros que serán imposibles de olvidar.
Demasiados jugadores no suman y forman parte de un equipo que marcó con demasiada ligereza el objetivo del ascenso. Para conquistar la Primera División es necesario tener un plan correcto y además se tiene que ejecutar eficazmente.
Al final la cabeza de turco, como siempre, volvió a ser el inquilino del banquillo. Albert Ferrer también ha cometido fallos por doquier. Su absoluta inmovilidad a la hora de reformular objetivos más cortos, así como una falta de reconocimiento de errores sobre el juego, han ayudado en su condena Su complicidad, absoluta con todas las decisiones de la propiedad, le han llevado a un callejón sin salida y, sin ser el único culpable, ha pagado con su cargo. Nada nuevo. 

Ahora llega un nuevo líder; Pepe Gálvez. El club afirma que lo hace de forma interina y quizás ésta no sea la forma más adecuada de comenzar. En fútbol hay ejemplos para todo pero empezar entrenando un equipo como si fuera una prueba no parece lo más adecuado. 

Gálvez tiene el conocimiento apropiado y se merece la confianza adecuada. Tendrá que tomar decisiones con respecto al juego y mejor si el vestuario, desde el primer momento,  lo ve con la fortaleza que el cargo se merece. 

Ante él se abren muchos interrogantes que tendrá que solucionar. ¿Qué cambiará? ¿Cómo jugará? ¿Qué ocupación del campo elegirá? ¿Habrá eficacia en estrategia ofensiva? ¿Asumirá el rol de interinidad? ¿Cambiará el objetivo?

El Mallorca precisa urgentemente fortaleza y estabilidad en el banquillo. El juego y los resultados no se mantienen por arte de magia. Incrementar la nómina de futbolistas que pueden aumentar las posibilidades tácticas del conjunto parece una obligación. Deshacer el entuerto que se formó en verano ya es una necesidad de supervivencia. 

Pepe Gálvez tiene por delante un reto apasionante. Se merece crédito, tiempo y confianza. ¿Lo tendrá todo?  Veremos.