30 diciembre 2015
23 diciembre 2015
LA PARTIDA NO HA TERMINADO
El Mallorca se encuentra en una situación delicada y que precisa sutura. Pero la mala clasificación y la falta alarmante de gol no deben esconder algunos aspectos positivos que se deben mantener y potenciar.
Defensivamente se están haciendo las cosas de forma aceptable. Es difícil crear ocasiones de gol en Son Moix. Los adversarios tienen verdaderos problemas para llegar a la portería roja. Alargarlo en el tiempo es obligación.
Reconocer el terreno y marcar objetivos cortos, sin olvidar el compromiso final del Club con sus abonados, es un acierto mayúsculo. Utz Claassen y Miguel Ángel Nadal han lanzado un órdago imprescindible y correcto. Para empezar a correr primero hay que salir del barro.
Ahora toca acertar en el mercado de invierno. Es imprescindible. El Mallorca no tiene gol. Su delantero centro es opaco. Su línea de medias puntas, con muchas virtudes futbolísticas, no coquetea con el tiro eficaz. Y algunos futbolistas suman muy poco.
¿Qué pasaría si el Mallorca consigue arreglar su problema con el gol?
Olvidar errores y buscar soluciones debe ser la hoja de
ruta de un equipo que aún tiene que decir su última palabra. ¿Podremos soñar? 20 diciembre 2015
HASTA LA SUERTE EMPIEZA A SER ESQUIVA
La posición incómoda en la clasificación no ofrecía
posibilidad de duda. Ganar para intentar definir un futuro más nítido era un
acto de responsabilidad. No pudo ser. Pepe Gálvez debía tejer un plan
estratégico adecuado para tumbar a un rival temible como visitante.
El Mallorca estaba obligado a aprovechar el punto
defensivo más débil de su rival; los flancos. El Girona, sobre su juego
exterior, ha enseñado en numerosas ocasiones su aval y, a la vez, sus
vergüenzas. Encontrar el momento adecuado de robo de balón para, justo después
y en la transición, picar a los espacios exteriores era pura necesidad táctica.
El Mallorca fue, durante muchos minutos, mejor que su adversario pero no pudo cerrar un resultado favorable. Los mallorquines fueron con Damià y Yuste en la sala de máquinas. Chocaron con hasta tres futbolistas contrarios y salvaron con éxito el envite. Pudieron asumir el control y se convirtieron en los constructores invisibles de enrocar el centro del campo. Jugaron en inferioridad numérica pero la transformaron en superioridad posicional. ¿Por qué? Contar con un futbolista más, en la zona ancha del terreno de juego, no es garantía de eficacia y el Mallorca se encargó de demostrarlo. Dominó el juego y tuvo mucho más control.
Pablo Machín, de forma previsible, se apoyó bajo la
fortaleza de sus tres centrales. Poderosos en el juego aéreo pero con alguna
duda en basculaciones extremas. Bianchi fijó y condicionó pero jamás intimidó. Su anclaje
fue una condena para la línea de vanguardia del conjunto mallorquín. Brandon
por detrás y las llegadas machaconas, con diagonales incluidas, de Moutinho y
Pereira fueron el aval para poder tumbar el partido del costado rojillo.
Desgraciadamente no fue así.
En la segunda parte hubo cambios de sistema de juego y
adaptación. El Girona pasó a 1-4-4-2 clavando a sus laterales. El Mallorca
buscó músculo con Sissoko y desplazó a Brandon al costado. La decisión de
fortificar la medular no fue negativa en el juego y sí en el resultado. Los
mallorquines fueron superiores al contrario pero la falta de gol terminó por
dictar sentencia. Además ahora se abre una nueva incógnita. ¿Qué pasará con
Pepe Gálvez? 19 diciembre 2015
13 diciembre 2015
DECISIONES A REMOLQUE
El Mallorca estuvo más pendiente del resultado que del
juego. Las decisiones fueron a remolque del gol inicial y las circunstancias se
pagaron con derrota. Las bajas eran de tronío y, a pesar de ello, hubo ambición
inicial. Solo inicial y también final. La elección de los futbolistas pudo
parecer convencional. Al principio no fue así.
El Mallorca apostó por un perfil
de juego con más codicia táctica. En fútbol siempre hay que asumir algún riesgo
y el éxito nunca está garantizado. Elevar la presión e intentarlo a través del
esférico dependiendo de los futbolistas escogidos fue la opción. Los primeros
quince minutos fueron una apisonadora roja. Después hubo un ritmo más lento y
dividido.
Había que decidir cómo igualar el centro del campo del
contrario. Yuste tuvo la compañía de Damià y, junto con la ayuda de Ros,
consiguieron enrocar la medular. El Tenerife se ancló sobre su trivote de seguridad. La
baja de Aitor Sanz fue cubierta con garantía. Vitolo, Ricardo y Abel pusieron
tiza en la zona de medios. Intentar franquear tanta presión parecía misión
imposible. Y aquí hubo empate técnico. No quedaba más remedio que buscar otra alternativa de ataque. El oasis debía ser la circulación y machacar con el juego exterior. Martillear a los laterales canarios parecía la mejor opción de todas. Allí Pepe Gálvez tuvo que superar bajas y colocó a Moutinho con Campabadal por delante de un Company que tuvo que bailar con la más fea.
Bianchi volvió a encontrase incómodo y con escasa
participación ofensiva. La ausencia de Brandon volvió a aislar al delantero
italiano. Jugar tantos minutos con tres por dentro dejó una línea de vanguardia
demasiado huérfana.
Durante la segunda parte hubo una lectura de partido más
ávida por parte de Pep Lluís Martí. Mientras el Tenerife cambió su sistema
tirando de valentía, con tres medias puntas y su delantero centro, el Mallorca
se fortificó con músculo en la medular. Se pagó con una derrota quizás algo
exagerada. El empate su hubiera ajustado más a los méritos de los dos
contendientes. Al final Pepe Gálvez firmó su segunda final con una derrota
dolorosa.
12 diciembre 2015
07 diciembre 2015
GÁLVEZ SE MERECE MÁS CRÉDITO
Tener el absurdo margen de tres partidos es mermar la
capacidad de liderazgo de un entrenador. Poner públicamente ese límite es
añadir una presión tan absurda como ridícula. Así de claro. En este cambio de
entrenador lo mejor, con diferencia, ha sido el aterrizaje de Pepe Gálvez.
Su
naturalidad aceptando el reto ha sido el mejor aval para un equipo lleno de
dudas. Pero en fútbol las palabras son pasajeras. Solo los resultados sirven
para mantenerse en el cargo. Y el Mallorca jugó un buen partido y además selló
victoria en el marcador.
El entrenador mallorquín vistió a los suyos bajo un
perfil de juego más valiente. Cambió de sistema con más apuesta de balón. En
la ocupación se subió un listón. En el
centro del campo aparecieron Damià con Yuste. Durante los primeros cuarenta y
cinco minutos hubo juego y ocasiones más reales.
El Mallorca debía neutralizar diferentes aspectos del
rival. Un ataque automatizado con Cesár Díaz, escorado sobre el perfil derecho,
y la dinámica de Jona, o de Cruz en la segunda parte, podían sembrar la bandera
de la amenaza. Solo lo hicieron tímidamente en alguna ocasión. Los mallorquines
alcanzaron eficacia defensiva gracias al trabajo colectivo.
El Albacete es un equipo con alguna peculiaridad casi
única en esta Segunda División. Defender la estrategia, por convicción táctica,
de forma tan profunda es digno de análisis. Su colocación es exageradamente
atrás; muy atrás. El Mallorca lo aprovechó y generó más peligro que en partidos
anteriores aunque no conquistó el gol a balón parado. Salvo desde los once metros.
Bianchi se aisló bastante menos. Tuvo la compañía de un
Brandon que se centró y alimentó al delantero centro. Por banda Moutinho y
Pereira fueron la elección. El italiano sigue ofreciendo trabajo a destajo pero
la pólvora parece mojada. Consiguió transformar el penalti y sería deseable que
esto le hiciera mejorar su dosis de confianza.
En un solo partido se ha visto un Mallorca mejor y con
más posibilidades de ataque. En cualquier caso no conviene lanzar las campanas
al vuelo. En fútbol la prudencia suele ser un buen aliado. Esta carrera es
larga y la dificultad es alta. ¿Podrá Pepe Gálvez salvar los tres partidos de
margen que le han propuesto?
02 diciembre 2015
LA FORTALEZA DEL ENTRENADOR
Los resultados en fútbol son sentencia. Siempre y sin
excepción. La gestión depende del balón y para tener éxito es preferible hacer
las cosas bien. El Mallorca, desde el inicio de la pretemporada, ha
cometido muchos errores. Algunos tan groseros que serán imposibles de olvidar.
Demasiados jugadores no suman y forman parte de un equipo que marcó con
demasiada ligereza el objetivo del ascenso. Para conquistar la Primera División
es necesario tener un plan correcto y además se tiene que ejecutar eficazmente.
Al final la cabeza de turco, como siempre, volvió a ser el inquilino del
banquillo. Albert Ferrer también ha cometido fallos por doquier. Su absoluta
inmovilidad a la hora de reformular objetivos más cortos, así como una falta de
reconocimiento de errores sobre el juego, han ayudado en su condena Su
complicidad, absoluta con todas las decisiones de la propiedad, le han llevado
a un callejón sin salida y, sin ser el único culpable, ha pagado con su cargo.
Nada nuevo.
Ahora llega un nuevo líder; Pepe Gálvez. El club afirma que
lo hace de forma interina y quizás ésta no sea la forma más adecuada de
comenzar. En fútbol hay ejemplos para todo pero empezar entrenando un equipo
como si fuera una prueba no parece lo más adecuado.
Gálvez tiene el conocimiento apropiado y se merece la
confianza adecuada. Tendrá que tomar decisiones con respecto al juego y mejor
si el vestuario, desde el primer momento,
lo ve con la fortaleza que el cargo se merece.
Ante él se abren muchos interrogantes que tendrá que
solucionar. ¿Qué cambiará? ¿Cómo jugará? ¿Qué ocupación del campo elegirá?
¿Habrá eficacia en estrategia ofensiva? ¿Asumirá el rol de interinidad?
¿Cambiará el objetivo?
El Mallorca precisa urgentemente fortaleza y estabilidad en
el banquillo. El juego y los resultados no se mantienen por arte de magia.
Incrementar la nómina de futbolistas que pueden aumentar las posibilidades
tácticas del conjunto parece una obligación. Deshacer el entuerto que se formó
en verano ya es una necesidad de supervivencia.
Pepe Gálvez tiene por delante un reto apasionante. Se
merece crédito, tiempo y confianza. ¿Lo tendrá todo? Veremos.
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