En muchas ocasiones uno no elige cuál será su equipo de
fútbol. Esa decisión puede convertirse en toda una sentencia familiar. Fue mi
caso. Ir al fútbol en familia formó parte de mis inicios. Y ahora, cuando
algunos ya faltan, es totalmente imposible desvincular recuerdos y pasión por
el balón.
Un partido entre el Mallorca y el Margaritense, de
Tercera División, sirvió para inocularme el virus de unos colores y un equipo.
El recibimiento del rival, con ramos de margaritas vertidas en la portería del Lluís
Sitjar, y los vítores de ánimo quedaron impresos, para siempre, en la memoria
de un niño.
Después de aquello fue totalmente imposible no seguir el día a día
de un equipo lleno alegrías pero también de grandes tristezas. Curiosamente son dos derrotas las que recuerdo con mayor
fervor y emoción. Aquellas dos finales de Copa ante dos trasatlánticos, At.
Madrid y Barcelona, perdidas de una manera tan cruel como imposible de
olvidar.
Es totalmente inevitable no recordar aquella conversión
de Club Deportivo a Sociedad Anónima Deportiva. Aquellos tres mil
mallorquinistas de cuna, entre los que yo estaba, acudimos al rescate y a la
compra de acciones. Sí, queríamos ser propietarios. Ahora aquellos viejos títulos de propiedad
son un recuerdo más.
El Real Mallorca se ha convertido un club longevo y lleno de historia gracias a la
persistencia de su afición. Un equipo de fútbol termina siendo aquello que su
masa social le permite y este club jamás fue abandonado por sus seguidores. En
los momentos de mayor dificultad los rescoldos, más o menos numerosos, siempre
han mantenido con vida un fuego que nunca se apagó.
El Mallorca representa la
institución deportiva más importante de nuestra Comunidad Autónoma. Nadie duda
de ello. Las cotas de éxito han sido muy importantes pero en los valles de
fracaso el Club nunca se quedó totalmente solo.
Cien años dan para mucho y
citar o evaluar a los personajes puede acarrear cierta injusticia. Es demasiado
sencillo obviar a aquellos presidentes, entrenadores, jugadores o directivos
que por razones evidentes es imposible conocer en primera persona.
Es muy difícil tener atracción por el deporte rey y no
sentir aprecio o estima hacia unos u otros colores. El fútbol es un negocio que
se sigue manteniendo gracias a los sentimientos y a la pasión. El Real Mallorca
SAD jamás debe olvidarlo.