Jugar contra un equipo que tiene buenos futbolistas y
que, además, ha mejorado mucho en estructura grupal era preludio de partido de
intensidad y complicación. Afrontarlo con naturalidad, pero también con
responsabilidad y atención, era obligación de supervivencia. El partido era
demasiado importante para fallar en actitud. En eso se cumplió pero se falló en
personalidad de juego.
Los mallorquines se fueron excesivamente atrás y
tuvieron una interpretación errónea del encuentro. Jugaron para empatar y, al menos,
eso consiguieron. El Mallorca debía intentar ganar pero prohibiéndose la
opción de la derrota. Caer, perdiendo el goal average, era un escenario a
evitar a cualquier precio. Había que hacer todo lo posible para lograrlo. Y eso
se consiguió.
La fortuna fue un aliado importante y trascendental. Gracias a
los errores del adversario se salvó un punto muy importante. Fernando Vázquez no sorprendió. Volvió a colocar a sus
tres medios centros por dentro para colapsar así el centro del campo. Allí chocaron
con José Ángel, Lolo Reyes y Pozo. Pero la clave estuvo en la ocupación del
campo. El repliegue tan intensivo fue condena táctica.
El Almería se presentó al partido con las mejores
sensaciones de toda la temporada. Hace bastantes partidos que Néstor Gorosito
cambió a la defensa de cinco coincidiendo con la llegada de Savejich. Para esta
final asumió su baja sin modificar su sistema de juego. No tocó inicialmente a
sus tres centrales y tampoco a sus dos laterales de largo recorrido. Las
irrupciones sorpresivas, de Dubarbier por la izquierda y Míchel por la derecha,
debían ser abortadas.
Aquí, dependiendo de la zona del campo, debían aparecer
los laterales para no perjudicar defensivamente a los medios de banda. Se hizo
todo lo contrario. La velocidad al espacio de Lago Junior quedó demasiado
alejada de la zona de amenaza y del delantero centro. Salomao se olvidó de
jugar en ataque. Sí, defendió y se desgastó pero jamás amenazó.
Ortuño tuvo un partido de máxima dificultad. Aislado tuvo
que manejarse con una inferioridad numérica tan excesiva como imposible.
Incluso durante la segunda parte llegó a jugar sobre la línea de tres cuartos
propia.
Al final el equipo conquistó un punto que es gloria
bendita para las aspiraciones de permanencia. Lo mejor, sin ningún tipo de
duda, fue el resultado. La victoria del Mallorca hubiera sido un premio
exagerado y, tal vez, injusto.