El margen se estrecha cada vez más y los errores empiezan a
no estar permitidos. Los tres puntos no
eran negociables y el Mallorca saltó al césped dispuesto a ganarlos. Hubo
un excelente partido de fútbol y cualquier resultado hubiera podido ser
posible. Ambos equipos nos regalaron esfuerzo, emoción y bastantes minutos de
buen juego.
Javier
Olaizola volvió con Juan
Rodríguez de central hasta que se lesionó y tuvo que entrar Pleguezuelo. Sujetar el número
diecinueve amarillo debía ser el examen a superar. Alfredo Ortuño es dominador del área en esta Segunda División.
Hubo eficacia y eficiencia defensiva. Fue controlado y sometido a la disciplina
defensiva mallorquina.
Alex
Vallejo puso criterio y equilibro en la contención. Trabajó a
destajo durante toda la primera parte hasta que cayó lesionado. Después entró Zdjelar ocupando la posición de pivote
defensivo. Tuvo control e intentó salida
con el esférico.
El Cádiz llegó
al partido con dos bajas que le restaron músculo. Sankaré, en el eje de la defensa, junto con Abdullah en la medular abrían cierta porosidad en el rival.
Álvaro
Cervera tiró del manual previsto para cubrir sus ausencias. Migue
fue el central acompañando a un Aridane
que fue el mejor baluarte amarillo. Tuvo imán defensivo y fue muy difícil
superar su posición. Lekic se colocó
entre centrales y tuvo un partido lleno de dificultad y no pudo ganar al número cuatro canario.
El peligro y la amenaza del rival estuvo por fuera. La
zurda de Álvaro y Aitor fueron martillo
a la contra y hubo instantes de peligro para la portería de Cabrero. Para
neutralizar la velocidad en el juego exterior era imprescindible contar con ayudas defensivas. A veces aparecieron
y otras hubo más dificultad.
Al final se firmó un empate que puede considerarse justo. Ninguno de los dos equipos se mereció el
castigo de la derrota. El problema es que la parte de abajo de la
clasificación se ha estrechado peligrosamente y el Mallorca ya necesita sumar
victoria. Los dos próximos partidos
tendrán una importancia capital.