30 enero 2017

EL MARGEN SE ESTRECHA


El margen se estrecha cada vez más y los errores empiezan a no estar permitidos. Los tres puntos no eran negociables y el Mallorca saltó al césped dispuesto a ganarlos. Hubo un excelente partido de fútbol y cualquier resultado hubiera podido ser posible. Ambos equipos nos regalaron esfuerzo, emoción y bastantes minutos de buen juego. 
Javier Olaizola volvió con Juan Rodríguez de central hasta que se lesionó y tuvo que entrar Pleguezuelo. Sujetar el número diecinueve amarillo debía ser el examen a superar. Alfredo Ortuño es dominador del área en esta Segunda División. Hubo eficacia y eficiencia defensiva.  Fue controlado y sometido a la disciplina defensiva mallorquina. 
Alex Vallejo puso criterio y equilibro en la contención. Trabajó a destajo durante toda la primera parte hasta que cayó lesionado. Después entró Zdjelar ocupando la posición de pivote defensivo. Tuvo control e intentó salida con el esférico. 
El Cádiz llegó al partido con dos bajas que le restaron músculo. Sankaré, en el eje de la defensa, junto con Abdullah en la medular abrían cierta porosidad en el rival. 
Álvaro Cervera tiró del manual previsto para cubrir sus ausencias. Migue fue el central acompañando a un Aridane que fue el mejor baluarte amarillo. Tuvo imán defensivo y fue muy difícil superar su posición. Lekic se colocó entre centrales y tuvo un partido lleno de dificultad y no pudo ganar al número cuatro canario. 
El peligro y la amenaza del rival estuvo por fuera. La zurda de Álvaro y Aitor fueron martillo a la contra y hubo instantes de peligro para la portería de Cabrero. Para neutralizar la velocidad en el juego exterior era imprescindible contar con ayudas defensivas. A veces aparecieron y otras hubo más dificultad. 
Al final se firmó un empate que puede considerarse justo. Ninguno de los dos equipos se mereció el castigo de la derrota. El problema es que la parte de abajo de la clasificación se ha estrechado peligrosamente y el Mallorca ya necesita sumar victoria. Los dos próximos partidos tendrán una importancia capital. 

23 enero 2017

COMPROMISO Y ACTITUD CON DEMASIADAS BAJAS


Este Mallorca ha cambiado su imagen. Ahora la bandera del compromiso no es negociable. Todos los futbolistas que participan tienen una alta solidaridad colectiva y eso se nota en todas las batallas individuales. Los rojos no entraron demasiado bien al partido pero un Cabrero magnífico consiguió ayudar a voltear la tendencia. 
Javier Olaizola tenía que hacer una cuadratura. Salvar innumerables bajas, sobre todo en la línea de cobertura, y jugar contra un adversario que compite francamente bien en esta Segunda División. 
Minimizar las bajas en defensa no fue nada sencillo. La sincronización de la línea de cuatro podía quedar comprometida. Tardó en encontrarse la eficiencia y, de hecho, hubo una falta de automatismo lógico y peligroso.
Los flancos estuvieron protegidos por Saúl y Juanjo Nieto. La banda derecha del rival tuvo estatus de amenaza. Querol y Campins mezclaron bien y Saúl tuvo verdaderos problemas de contención. Terminó expulsado. 
Pero con el tiempo hubo mayor seguridad defensiva con lagunas de control. En el eje tanto Yuste como Juan Rodríguez tuvieron inconvenientes de contención. Ambos centrales sujetaron a un Mayor con bastante solvencia hasta que llegó un error demasiado grosero. Costó el gol del empate y se evidenció falta de solidez defensiva.
El Reus se presentó como un equipo compacto. Natxo González ha conseguido que la diferencia entre titulares y reservas sea mínima. Las siete derrotas cosechadas en la primera vuelta, todas por la mínima, garantizaban un partido igualado. Fue así. Hubo llegadas por ambos lados y el empate debe considerarse como justo.
El Mallorca mandó dos balones al palo y Zdjelar encaró a Edgar Badía. En el centro del campo Alex Vallejo tuvo que asumir galones de sacrificio. Lo hizo y respondió con mucho criterio de juego. Los catalanes fueron con tres por dentro y pretendieron enrocar la medular pero el trabajo solidario de todos compensó. 
Javier Olaizola siguió tomando decisiones valientes pero tuvo un partido lleno de circunstancias a valorar. ¿Qué equipo no hubiera notado hasta ocho bajas?  Al menos se salvó un punto y el equipo tiene ahora que fijar su diana en el partido contra el Cádiz. 

16 enero 2017

UN PUNTO DE ARRANQUE


El Mallorca tuvo la oportunidad de medir fuerzas contra uno de los equipos más poderosos de la Segunda División. Y esta vez los futbolistas rojos tuvieron un partido lleno de equilibrio y buen hacer defensivo. Los mallorquines superaron en intensidad, orden y criterio de juego al equipo de Bordalás. Solo una decisión arbitral, equivocada y llena de injusticia, terminó por tumbar al equipo bermellón. 
Javier Olaizola otorgó un posicionamiento de repliegue. Pero el retroceso fue equilibrado y con posibilidad de contraataque. Cuando un equipo de fútbol se aleja físicamente del gol al menos los primeros pases, después de la recuperación, deben tener rigor y un objetivo nítido. Y el Mallorca lo consiguió durante todo el partido. El arma del contraataque se utilizó con finura y cierta sensación de peligro. 
Los centrales rojos tenían, además de todas las tareas de contención, que neutralizar el juego de Jorge Molina. Sus prolongaciones, desde los pases del portero o bajo los saques de banda de Peña, tenían estatus de amenaza. Yuste y Raillo blindaron el eje con mucha solvencia. También contaron con la ayuda valiosa de sus medios centros. No hubo, en ningún momento durante todo el partido, ni acoso ni derribo por parte del rival. 
En posiciones de ataque se juntaron Lekic con Brandon en la línea más avanzada y mezclaron de forma muy correcta. El delantero serbio sigue creciendo en su propuesta de ariete. Marcó y consiguió condicionar tanto al Cata Díaz como a Gorosito.
El Getafe se convirtió en un equipo tocable. Perdió su juego granítico y evolucionó deambulando con poco orden de ataque. La falta de altura en el eje de su zaga y una velocidad asumible por banda se antojaban como armas arrojadizas. De hecho, el Elche durante la segunda parte en su estadio ya lo demostró. Los mallorquines incidieron bajo los puntos débiles y consiguieron hacer un partido muy incómodo para el rival. 
El Mallorca dio un paso en su fútbol, tiró de compromiso y llenó todas sus líneas de solidaridad defensiva. Es un primer paso sobre el que se debe incidir. Javier Olaizola siguió tomando decisiones valientes y, esta vez, su equipo mereció la victoria. 

07 enero 2017

SE ROMPE LA MALA RACHA


Los dos equipos se presentaron al partido con problemas de clasificación y con entrenadores en proceso de adaptación. El Mallorca tenía que soportar el peso de cuatro derrotas consecutivas e iniciar con buenas sensaciones desde el minuto cero podía ser clave. Pero no fue así. Los mallorquines entraron con mucha dificultad al partido. Solo hasta el tramo final del partido se consiguió conquistar los tres puntos en juego. 
Javier Olaizola necesitaba una victoria que refrendase su discurso. Tomó decisiones ya desde la misma convocatoria. Oscar Díaz y Salomao ni se vistieron y Saúl se colocó de titular.  Pero en fútbol solo los puntos ejercen de bálsamo adecuado y el técnico vasco buscó una alienación con llegada pero también con equilibrio.
Se asumió la baja de Brandon con Culio entre líneas y los rojos perdieron el control del partido. El partido cambió con la entrada en escena de Lekic. El delantero condicionó fijando a los dos centrales contrarios dando espacio y tiempo a Lago Junior. Y sobre todo ayudó para clarificar el uno contra uno de James. Éste futbolista se convirtió en la mejor baza para taladrar el flanco derecho del Mirandés. 
Claudio Barragán hizo la apuesta esperada. Solo el talento de Guarrotxena podía sembrar cierto desasosiego. No lo hizo. Hubo control y neutralización. 
La segunda parte fue casi un querer y no poder. El Mirandés renunció a todo y el Mallorca trabajó para ganar. Dos goles de magnífica factura sentenciaron un partido que siempre fue rojo. Lekic remató un centro medido de Saúl y Lago Junior cerró el partido con una finalización brillante. 
Es justo y necesario ajustar esta victoria a la realidad. No había mejor rival posible que el Mirandés. Un equipo que ha cambiado de estilo táctico y que ha mostrado algunos problemas para acoplarse, a una línea de cuatro zagueros con tres medios centros por delante, era el candidato perfecto. El Mallorca supo aprovechar su momento y conquistó una victoria imprescindible para seguir caminando.