Era un partido de alta dificultad con una problemática
añadida. Había que sumar la complicación de un entrenador rival que conocía
todos los entresijos de la casa. Jugar
contra Pep Lluís Martí aumentaba el riesgo y el margen para la derrota era
inexistente. Ganar era necesidad y ponerlo todo para conseguirlo obligación.
El
Mallorca se abonó a la intensidad y firmó una primera hora llena de presión y recuperación. Después
hubo bajón mental y derrota por
debilidad en todos los aspectos del juego. Fue
tan triste como casi imperdonable.
Ambas escuadras se presentaron con interrogantes en la
finalización. El gol, la suerte más
difícil en el fútbol, tenía una importancia capital. Siempre la tiene. Parecía que el equipo que marcara primero
tendría mayores opciones de victoria. No fue así. Los locales en la segunda
parte se diluyeron como un simple terrón
de azúcar.
El Mallorca perforó la portería de un contrario que había
salido inmaculado en sus seis últimos partidos. Para ello Olaizola se decantó por la velocidad de Lago Junior más la habilidad de Brandon. Se encontraron bien
solo los primeros cuarenta y cinco minutos. Después no jugaron.
En el centro del campo la batalla estaba servida. Vitolo ejerció de alma en la
recuperación y allí el Mallorca terminó perdiendo su fuelle. Con Juan Domínguez desengrasando y Zdjelar conteniendo se ganó la guerra
de la medular pero solo durante la mitad del partido. El resto del encuentro
fue una debacle.
También se debía controlar la capacidad de contraataque de
dos futbolistas que mezclan de forma muy combustible. Secar la velocidad de Amath y la intuición de Lozano era prioridad.
¿Cómo hacerlo? El Mallorca no podía fallar en sus vigilancias. Se volvió a
tropezar en la misma piedra. Medio partido excelso y el resto tocando el
ridículo.
El inicio de la segunda parte fue una mezcla de escándalo y
accidente. Un equipo de fútbol no puede
venirse tan abajo por un gol en propia meta. Pep Lluis Martí, después del
gol del empate, vio la debilidad y lógicamente lo aprovechó.
Cada partido sin victoria es una losa irrecuperable y esta
vez tampoco se consiguió. Se acercan las
finales de verdad y, al menos, hay que demostrar mucha más fortaleza en
todos los sentidos. Los partidos ya empiezan a no tener red y en juego está la Liga de Fútbol
Profesional. Es decir, todo.