Sir Alex Ferguson se decantó por poblar su zona de medios para así neutralizar la conservación del balón catalana. Carrick junto con la experiencia de Giggs y el músculo de Anderson tenían un objetivo claro; cerrar y destruir las evoluciones de Xavi e Iniesta.
El viejo zorro escocés sabía que la Gran Final pasaba por destruir este fundamento del juego del Barça. Los Red Devils lo intentaron desde el principio del partido pero el gol inicial de Eto’o cambió la dinámica y el Barça mejoró todo su concepto de juego. La amenaza inglesa estaba personalizada en Cristiano Ronaldo que intentaba, con cierto desespero, cercenar el eje de la defensa sincronizando sus desmarques con los pases precisos de Giggs.
El Barcelona respondió, a todo este despliegue táctico, apoderándose de la circulación del balón y asegurando los pases en las zonas de cierto riesgo. La batalla por el centro del campo fue cruenta y sin ningún tipo de piedad. La final estaba decantada y sí el United quería remontar el vuelo tenía que volver a arrebatarle el esférico al Barcelona. Para ello Ferguson colocó a Carlos Tevez como segunda punta dejando las alas sobre Rooney y Ronaldo con Berbatov como delantero de referencia.
El entrenador del Manchester United puso toda la dinamita posible sobre el Olímpico de Roma pero dejando desprotegida su zona de medios. Y esta circunstancia teniendo en frente a los mejores centrocampistas del mundo puede llegar a ser letal de necesidad. Fue así. Xavi Hernández, al que no se le escapa nada desde su posición, asistió con un pase magistral a Messi para que dictara sentencia.
El Dios del fútbol ha sido generoso y ha premiado el espectáculo quedando demostrado que con este estilo de juego también se pueden ganar títulos.
Gracias a esta victoria el Barça entre en los club de los cinco elegidos ya que en toda la historia del fútbol solo cinco equipos han conseguido, en el transcurso de la misma temporada, el triplete. Celtic, Ajax, PSV, Manchester y Barcelona ya forman parte de la leyenda del fútbol.
