30 septiembre 2013

SUMA Y SIGUE


 
Dar un paso hacia atrás puede significar hacerse con el control y tener más opciones de victoria. Durante los primeros cuarenta y cinco minutos el Mallorca hizo muchas cosas bien. Los centrales rojos quedaron protegidos bajo el paraguas del repliegue intensivo. Además, cuando tu rival no tiene ningún futbolista que toque los veintitrés años, es necesario aprovechar la experiencia para condicionar el partido. Y el Mallorca así lo hizo. El Barça B atacó y los mallorquines contraatacaron. José Luis Oltra decidió y lo hizo bien. Protegió sus flancos con Miguel García y Ximo que rectificaron, errores y posiciones, de Nunes y Agus. Por delante Thomas e Iñigo tuvieron un trabajo arduo y duro en la medular. Frenar la posesión, con intención de localización, catalana. Y lo hicieron gracias a la ayuda de las bandas y a la colaboración activa de Gerard y, sobre todo, Víctor Casadesús. Los mallorquines trabajaron como un auténtico equipo. Alfaro y N'Sue no tuvieron ningún rubor en cerrar y montar línea de hasta seis defensores para después sorprender a la contra. Se minimizaron las carencias propias y se buscó el punto débil del rival. El Mallorca supo poner el dedo sobre la herida y hacer sangre. Lanzó contraataques durante todo el partido y condicionó el juego del rival. 
Por su parte Eusebio Sacristán no se bajó del burro. El Barça B se vistió con su 1-4-3-3 y apostó por el balón. Posesión hasta el infinito pero sin la profundidad adecuada. Los catalanes cayeron víctimas de la red tejida por los mallorquines y el triunfo fue más que justo. 
Una mención especial merecen dos futbolistas. Miño se ha convertido en sinónimo de seguridad. El cancerbero no tuvo ningún error y fue clave neutralizando algunas llegadas del Barça B. Y Víctor Casadesús volvió a brillar con luz propia. Ayudó a igualar fuerzas en la medular, siendo muy generoso en el esfuerzo, y fue un cuchillo que seccionó la línea de retaguardia catalana. Su pausa otorgó peligro en cada contraataque y además sumó el gol que dio la victoria. 

23 septiembre 2013

JUGAR CON PRESIÓN


En Segunda División los titubeos se pagan caros. Las dos primeras posiciones, las únicas que regalan la Primera División de forma directa, tienen un alto precio. El objetivo rojo es tan nítido como difícil. El Mallorca tendrá que sumar cerca, o más, de ochenta puntos y para ello no puede dormirse en los laureles. Y el mal menor de la sexta plaza, que da opción al play off, necesita superar, como mínimo, el listón de los sesenta y cinco puntos.  ¿Presión? Sí, por supuesto. El fútbol es presión. Aceptarla y llevarla con la máxima naturalidad es imprescindible. 
Y el Mallorca jugó bien hasta que la notó. Inicialmente José Luis Oltra situó a Miño bajo palos. Intentó cerrar el eje, de su defensa, con Nunes y Agus para bloquear los flancos con Ximo y N'Sue. Durante los primeros cuarenta y cinco minutos los centrales rojos parecieron rápidos, certeros y eficaces. ¿Por qué? La respuesta está en la actitud mental de todo el conjunto. Presión alta y agresiva. Thomas asumiendo su papel y jugando al límite contra Galarreta, Iñigo buscando su espacio en la medular, Alfaro metiendo diagonales para igualar fuerzas en defensa y Víctor con Gerard representando la primera línea defensiva. 
Pero la señora "presión" hizo acto de presencia en la segunda parte. Gonzalo Arconada quitó, forzado por las circunstancias, la tiza de la medular. Retrasó a Galarreta, centró a Muñiz y dio la alternativa a Pablo Infante.  Y los rojos simplemente se fueron atrás. El balón empezó a quemar y el miedo a perder, la exigua ventaja, atenazó todas las líneas. Los centrales empezaron a parecer  lentos, los medios toscos y los delanteros sin ideas. 

El partido debe analizarse desde la globalidad y no seccionarlo desde la parcialidad. La primera parte roja fue tan buena como mala la segunda. Los mallorquines tienen que aprender a disfrutar del juego con la presión del resultado. Aquí está la clave. El fútbol no deja de ser un juego. Disfrutar de la presión es un arte y el Mallorca debe jugar sin pensar en todo lo que puede perder. De hecho lo más importante ya se perdió; fue la Primera División. 

16 septiembre 2013

LUCES Y SOMBRAS


Sí, hay luz. Dentro del túnel se ve la salida pero también un tren que se dirige hacia la posición estática del Mallorca. Gotas de buen juego, con fortalezas tácticas posicionales, mezclado con poco oficio para cerrar un partido que debería haberse ganado.  En fútbol no hay mal eterno y, a partir de ahora, los rojos deben repuntar en juego y resultados. El objetivo rojo es nítido y cada partido debe trabajarse para vencer; no para empatar. 
El Mallorca entró mal al partido y ya en el primer minuto Miño tuvo que lucirse, de manera brillante, para evitar el gol alicantino. Inicialmente José Luis Oltra apostó a una línea de retaguardia formada por Nunes y Bigas en el eje con Ximo y N'sue en los flancos. El triángulo que formaron centrales y portero mejoró, durante muchos minutos, y otorgó menos posibilidades al adversario. Iñigo Pérez, Thomas y Martí estuvieron en la medular. Y jugar con tres por dentro empieza a ser más que una posibilidad. La asistencia en banda fue para Alfaro con Víctor y la referencia cayó sobre las botas de un Gerard que volvió a marcar.
Por su parte Quique Hernández se enrocó en la medular. Pintó el centro del campo con tiza y voluntariamente perdió territorio ¿Cómo lo hizo? Protegió el eje con la fortaleza de Yuste y la escolta creativa de Javi Hervás. Sólo dos futbolistas por dentro pero con la intención de conseguir igualdad numérica en zona de medios. Y durante muchos minutos del partido tuvo el balón pero no el control.
El Mallorca jugó colectivamente mejor pero volvió a tener algunos errores individuales que  le hicieron perder dos puntos valiosos. Un fallo, como el de Miño, ni puede ni debe condicionar el final del partido. Los rojos sintieron el miedo a perder la ventaja, recularon en exceso y casi terminaron por pedir la hora.

 

11 septiembre 2013

EL ESPERPENTO DEL MALLORCA


El perdedor puso las excusas y el ganador se llevó la gloria. El Mallorca rozó el esperpento contra un rival que demostró mucha más actitud de juego. Esta competición es singular, diferente y, a la vez, muy atractiva. La Copa dota al fútbol de emoción y, sobre todo, de un juego diferente. Todo se decide en el transcurso de uno o dos partidos en dónde perder puede servir para ganar. Pero este encuentro quedó marcado por la falta de intensidad de uno de los dos contendientes.  El partido se inició de manera típica. Nadar y guardar la ropa. Pero el Alcorcón dio un volantazo de hambre y dio el primer paso al frente. 
José Luis Oltra aprovechó para repartir caramelos. Sólo repitieron cuatro pero, aún así, el once fue de garantía. Aki y Alex fueron por fuera, Alfaro se movió entre líneas y Geijo firmó referencia. Riverola y Thomas mezclaron en la medular y estuvieron a la altura de sus compañeros. Es decir, flojos y con falta de intensidad. Miguel Álvarez hizo lo propio. También refrescó su once. Eso sí, los suyos se metieron con todo para ganar. Defendieron con solvencia y atacaron con eficacia para llevarse la eliminatoria. Los amarillos parecieron un equipo de superior categoría que manejó los tiempos del partido mucho mejor que su rival. 
La solvencia se gana partido a partido y los futbolistas del Mallorca se ha ganado a pulso la inseguridad defensiva y las dudas de todo el entorno. Ahora deberán ser ellos, junto con José Luis Oltra, los que devuelvan la confianza a todo el mundo.

08 septiembre 2013

VICTORIA DE NECESIDAD




El Mallorca, después de tres jornadas nefastas, encaró un partido lleno de preguntas por responder. Y lo hizo mejor. Hay momentos, durante una temporada, de pura necesidad de victoria. El entorno y los futbolistas tuvieron una sed de triunfo que ayudó a doblegar a un adversario que se presentó seguro de sí mismo.
José Luis Oltra tomó sus decisiones. Algunas obligadas y otras voluntarias. Miño se situó bajo palos. Nunes y Bigas cerraron el eje gracias a un excelente partido del número diecisiete. Thomas equilibró e Iñigo pasó a la distribución dejando las bandas para N'Sue, que después pasó al lateral, y Alfaro. El marcaje zonal en estrategia fue la elección y, de momento, surtió el efecto deseado.
Por su parte Miguel Álvarez mantuvo su estrategia de combate. Hasta siete futbolistas titulares con más de treinta años.  Línea de retaguardia protegida, presión en el centro del campo y velocidad, con desequilibrio, en finalización. Pero en esta ocasión su pareja de centrales fue claramente torpedeada. La movilidad, entre líneas, de Víctor y la referencia de Gerard fueron una gran incomodidad. El número nueve se convirtió en el hombre de partido. Trabajó, asistió y marcó por partida doble. 
Al final llegó el gol del Alcorcón y los nervios se presentaron al final del partido. El Mallorca debe acostumbrarse a la batalla de la Segunda División y aclimatarse lo antes posible. Ahora toca cambiar el chip y conectarse para el partido de Copa.


02 septiembre 2013

SIGUEN ATURDIDOS


El Mallorca no es el Real Madrid o el Barcelona de la Segunda División. Ese papel, en la categoría de plata, está huérfano. Simplemente no existe.  Cada categoría tiene su fútbol y el Mallorca sigue compitiendo fuera de lugar. Los rojos han jugado los tres primeros partidos como si fueran los últimos y la ansiedad ya se ha adueñado de todos. No reconocer los errores arbitrales sería tan falso como tapar los disparates propios. Sí, el Mallorca ha tenido mala suerte con los arbitrajes pero su juego está rozando el ridículo. Buscar un único culpable no será la solución. Desde todos los ángulos, tanto deportivos como institucionales, se han cometido errores y empezar ha aplicar soluciones es muy necesario. Las tres derrotas, los goles encajados y anulados, las expulsiones, los errores tácticos, el agarrotamiento y la falta de intensidad reconocida por los propios jugadores deberían servir para algo.
Seguir mirando el objetivo final, sin ser eficaz minuto a minuto, será una condena insuperable. José Luis Oltra debe voltear toda esta situación. Él es el entrenador y dentro de sus funciones está manejar este tipo de estados. Lo primero, y a la vez más importante, es tejer un buen plan de combate. Un equipo debe adaptarse a la realidad de sus futbolistas y el Mallorca tiene virtudes pero también limitaciones. Proteger a los centrales es una pura cuestión de supervivencia. Coberturas más profundas, ayudas de laterales y asistencias de pivotes pueden aligerar el estrés defensivo. Sellar la portería propia debe convertirse en prioridad. El ataque, en sus diferentes formas, tendrá que estar supeditado a la manera de protegerse y no al revés. Ningún equipo del mundo puede soportar tantos errores defensivos y éstos deben terminarse ya.