Cuando un equipo plantea un partido con intención de
contraatacar es imprescindible defender bien. Pero también es necesario ser
preciso. Asegurar el primer pase después de la recuperación es esencial. Y el
Mallorca falló, durante demasiados minutos, en ser eficaz defensivamente y
transitar correctamente.
Fernando Vázquez tiró de su manual y no sorprendió.
Repliegue, para ganar fortaleza cerca del área propia, con intención de
contraataque hacia la portería defendida por el portero zurdo José Juan. Pero
se olvidó, por completo, de la medular. Y aquí presentó sus credenciales a la
derrota.
El ganador, de la batalla por la conservación del balón,
estaba anunciado. El Lugo cimenta su juego de ataque sobre elaboraciones
trenzadas. Sí, es su estilo. Carlos Pita, junto con Seoane, masticaron el juego
de engaño para encontrar espacio para la profundidad.
Sissoko y Damià debían
entorpecer el juego de posesión del adversario. No pudieron hacerlo. El número
cinco fue un mariscal que campo a sus anchas. Fue así hasta el final. Incluso
se permitió el lujo de desplegar y llegar hasta el borde del área de meta. El
último gol del partido llegó desde una combinación entre los dos medios
centros.
La baja de Caballero cambió irremediablemente el partido.
No fue ni más sencillo ni más complicado. Fue diferente. Las características
del delantero argentino son completamente antagónicas a las de sus compañeros y
esto afectó al marcaje de los centrales del Mallorca. Tanto Company como Aveldaño tuvieron una fortaleza relativa. Entre los dos sellaron el eje pero no pudieron contener las llegadas desde las otras líneas. Sujetaron al delantero centro pero tuvieron problemas con la participación de otros futbolistas.
Una mención especial merece Ortuño. Desde la distancia y
sin contar con toda la información parece que la exigencia hacia su juego es
superior a la del resto. El número nueve no jugó peor que sus compañeros. De
hecho hasta lo hizo mejor. Su posición es de jerarquía y su dinámica merece
confianza. La capacidad que tiene para fijar, desbordar y participar en el
juego de ataque debe ser utilizada y aprovechada.
Al final el Mallorca cayó víctima de sus propios errores.
Regaló espacio y tiempo a uno de los mejores medios centros de la categoría y
lo pagó con una derrota que puede considerarse justa y ajustada al juego.