11 abril 2016

DESPLAZADOS POR UN MINUTO


Los arbitrajes no marcan la tendencia de todo un curso liguero. Además se suele recordar el error que perjudica y olvidar la decisión que beneficia. En cualquier caso lo peor que se le puede aplicar a un árbitro es la diferencia de criterio durante un partido. Y precisamente esto es lo que le tocó sufrir al Mallorca. El rasero en tarjetas fue diferente y perjudicó a los visitantes. 

Fernando Vázquez tenía que elegir entre poblar el centro del campo, con sus tres medios, o acompañar al delantero centro con la velocidad de Colunga. Optó por lo segundo y ganó, durante muchos minutos, cierto control de partido. 

Los mallorquines tuvieron dos preceptos sobre los que asentaron su inicio de partido. Repliegue casi intensivo, o normal, con salida de balón asegurada y trenzada.  

El gol de Arana mostró el plan rojo. Desde una posición retrasada se buscó asegurar con pases cortos para alternar con uno largo y sorprender. Así Sissoko habilitó a Company y, éste, al autor del único gol mallorquín. 

El Zaragoza se presentó al choque con la necesidad imperiosa de mejorar sus registros anotadores. Dos goles a favor en los últimos cinco partidos necesariamente condenan a cualquier equipo que pretenda conquistar la Primera División. 

El Mallorca escogió con delicadeza su zona de presión. Dejó que su adversario pasara la línea de tres cuartos y allí metió intensidad. Otros equipos de Segunda División optaron por esta estrategia de combate y consiguieron derrotar a los aragoneses. 

Lluís Carreras asumió cierto riesgo sobre su elaboración de juego y el Mallorca trabajó para poder lanzar contraataques ganadores. Los mallorquines tenían el partido bajo su control táctico pero erraron regalando faltas laterales a su adversario. Lanzarote, con su zurda, avisó de su talento en varias ocasiones y colocó los dos balones de gol en sendas acciones estratégicas. 

La segunda parte tuvo un plan similar pero con un minuto de condena injusta. La expulsión más que exagerada de Aveldaño, la lesión de Company y el gol encajado fueron una losa. 

Aun así el Mallorca apeló a la heroicidad y pudo haber empatado en las postrimerías del encuentro. Objetivamente hubiera sido el resultado más justo. Los futbolistas de Fernando Vázquez jamás se merecieron perder un partido que finalmente tuvo un castigo excesivo.  


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