26 octubre 2015

UN TRIÁNGULO MÁGICO

FOTO: ANA SERRANO

El Mallorca buscó, como está haciendo en los últimos partidos, superioridad y despliegue por dentro. Sus tres medios centros cuentan con jerarquía y autoridad. El triángulo que formaron fue hermético pero, a la vez, tuvo cierta creatividad. En el centro del campo hubo eficacia y determinación.

Mención especial merece Sissoko. El número diecinueve fue el bastión. Ya es el jugador más importante del equipo. Su capacidad de llegada unido a su trabajo de presión, tanto en repliegue como en despliegue, le han convertido en determinante. 

Sorprendió la decisión de colocar a Corominas liderando la línea de vanguardia. No tuvo el rango necesario y prácticamente ni intimidó a los centrales contrarios. Morcillo y Fran Vélez no sintieron amenaza. 
Jugar contra un equipo que estrena entrenador siempre es más inconveniente que ventaja. El efecto de atención se multiplica y el rendimiento inmediato, en muchas ocasiones, puede ser superior. El Mallorca debía afrontar un partido casi a ciegas. Asumir los cambios tácticos sorpresivos del rival era obligatorio. Se hizo y además se sumó una justa victoria. 

El Almería se presentó como un conjunto con muy buenos futbolistas pero sin funcionamiento óptimo como equipo. Múltiples errores les han llevado a una situación límite. Joan Carrillo buscó seguridad defensiva con velocidad en fase de ataque. Fortaleció el centro del campo e intentó sembrar amenaza con Eldin, en el eje, y le colocó la compañía del zurdo Quique más la profundidad de Chuli. Fueron neutralizados por el sistema defensivo de los rojos. 
El Mallorca exhibió más ambición que el Almería y fue justo vencedor. Pero costó mucho marcar y ganar. El partido se fue enquistando hasta que llegaron los cambios. Albert Ferrer volvió a tomar decisiones correctas. Brandon saltó al terreno de juego y aportó mucho. Primero por la derecha, después por la izquierda, terminó siendo el revulsivo que necesitaba el equipo.

La presencia de Bianchi volvió a ser testimonial. Se colocó en la referencia y pasó desapercibido. Su brega debe ir acompañada de goles. Esa es su misión principal dentro de la plantilla.

La victoria es una excelente noticia que debe ayudar a crecer más. El problema del gol sigue latente pero los resultados empiezan a acompañar. Cuatro partidos consecutivos sumando abren la puerta de la esperanza. ¿Habrá continuidad? 

18 octubre 2015

MERECIERON LA VICTORIA



La empresa estaba llena de dificultad. Ningún equipo de Segunda División había conseguido vencer en Anduva, en Liga, y el Mallorca necesitaba hacerlo. Despegar era  una obligación. Al final se consiguió empate gracias a una buena reacción en un segunda parte frenética. La falta de gol, durante los primeros cuarenta y cinco minutos, volvió a condenar y condicionar el juego del equipo.
La estructura de juego del Mirandés es diferente a los demás equipos de la Segunda División. Su sistema 1-3-3-3-1 está lleno de connotaciones diferentes a aquel que desarrolló el galés John Benjamin Toshack en la Real Sociedad y en el Real Madrid. Carlos Terrazas busca seguridad defensiva y ayudas desde la proximidad. No sorprendió en sus decisiones. 

El Mallorca debía neutralizar tres aspectos del juego. La presión alta, la descarga a banda y una jugada de córner bastante repetitiva que había dado goles. Para evitar la presión había que circular rápido o buscar los cambios de orientación medios y largos. Se consiguió después de los cambios efectuados por el entrenador. 

Albert Ferrer repitió intenciones. Los tres medios centros, por dentro, ya son tendencia de juego. Sissoko volvió a desplegar su fútbol tirándose hacia el perfil izquierdo. Ros hizo lo propio buscando el ala derecha y Yuste se incrustó por delante de los centrales protegiendo espaldas.

Bianchi se aisló por completo y se fundió. Un delantero, siendo única referencia de juego, debe dosificar todos sus esfuerzos defensivos. Estar con piernas frescas, en el momento adecuado, puede ser la diferencia entre marcar o errar. El delantero centro del Mallorca volvió a correr demasiado. 

Es justo reconocer la buena lectura de partido de Albert Ferrer. Con dos cero en contra arriesgó con criterio y buenas decisiones. El entrenador del Mallorca retrasó a Campabadal y buscó la amplitud con Brandon y Pereira. Además las llegadas de Sissoko y Ros destrozaron a su rival. Los mallorquines se merecieron algo más que un empate por el juego desarrollado en la segunda parte. 

En cualquier caso conviene recordar, sin olvidar, que el Mirandés juega por alcanzar su objetivo de permanencia mientras que los mallorquines marcaron, desde el propio club, conseguir el ascenso. 

12 octubre 2015

CONFIRMAR LA MEJORÍA



La Segunda División es una categoría igualada. No hay rival que pueda aplastar a su adversario y tratar con mimo cada decisión táctica puede significar la diferencia entre ganar o perder.
El Mallorca tenía que afrontar un partido muy diferente al que jugó contra el Oviedo. Nada que ver. Utilizar las buenas sensaciones pero adaptándose a la nueva situación, con un rival antagónico, era imprescindible. Y se consiguió durante casi todo el partido.
El equipo empezó espeso, dubitativo y lleno de inseguridad. Pero poco a poco fue creciendo haciéndose merecedor, durante la primera parte, de un gol que no llegó hasta el segundo periodo. 
Albert Ferrer repitió con tres medios centros por dentro. Yuste equilibrando, Sissoko desplegando y Ros intentando filtrar y llegar. A medida que fueron pasando los minutos se asentaron y terminaron siendo superiores al adversario.

Bianchi fue la apuesta en la referencia y se le notó muy incómodo en la referencia. No creo demasiada sensación de peligro. Para intentar doblegar al adversario por fuera se colocó a Arana sobre el perfil izquierdo. Lanzó un tiro al palo y mejoró su juego. Campabadal cayó sobre la banda derecha y mezcló bien con Company. 

La Unió Esportiva Llagostera es un equipo que intenta vivir del error del rival sin arriesgar en la iniciación de su juego. Sus ataques fueron directos y llenos de cambios de orientación largos. Se controlaron mejor a medida que el partido fue avanzando. 
Dos jugadas de estrategia muy peligrosas debían ser neutralizadas. Samuel de los Reyes y su cañón en el saque de banda no fue amenaza. Pero los córners, con engaño al primer palo, sacados sobre el segundo sí crearon peligro. De hecho el primer saque de esquina terminó dentro de la portería defendida por Cabrero. El árbitro anuló la jugada por fuera de juego y gol no subió al marcador. 

A partir de ahora la mejoría debe ser punto de continuidad y no meta final. Contar con todos será vital. Los veintidós equipos de la Segunda División tendrán que asumir bajas durante la temporada. Eso entra dentro de la planificación. Los conjuntos que tengan mejor fondo de armario lo notarán y, muy probablemente, tendrán un mejor rendimiento final. 

05 octubre 2015

UN LIGERO PASO HACIA ADELANTE


El fútbol profesional siempre es resultado y el Mallorca llegó a este partido con la obligación de, al menos,  girar sus sensaciones. Y durante bastantes minutos de la primera parte se consiguió. Cuidar cada detalle se hacía imprescindible. Meter presión en el lugar adecuado y hacer un partido incómodo para el rival era obligación.
Para ello había que tomar decisiones y Albert Ferrer retocó su pizarra. La primera opción fue fortificar el centro del campo. Metió a tres futbolistas con misiones diferentes pero muy complementarias. Restar espacio y tiempo a Jon Erice debía ser una de la obligaciones tácticas de los rojos.
El futbolista navarro suele armar su pierna izquierda para nutrir de pases largos a su equipo. Éstos son descarga, en el juego de posesión, y alternancia en la conservación del balón. Abortar la primera solución formaba parte de la supervivencia. Y la colocación del centro del campo del Mallorca ayudó a tener cierto control de partido.
Sissoko pudo alargar sus carreras de despliegue mientras Yuste, con Ros, mantuvo mucho más orden que en otros partidos. Así y todo el número seis del Oviedo fue el autor del pase letal en el gol del empate. Eso sí, a Wellenreuther le faltó poso en el jugada. Su precipitación, unido a la flojedad de los centrales en el repliegue, fue una condena que ayudó al rival. 
Moutinho brilló con luz propia. Desde el perfil izquierdo sembró y recogió. Tuvo profundidad pero también mezcló bastante bien jugando hacia dentro y encontrándose con Sissoko. Fue, sin duda, la mejor arma ofensiva del equipo mallorquín.

Curiosamente el peligro del rival llegó sobre el doble lateral derecho. Campabadal y Company tuvieron alguna dificultad para cerrar su perfil y el Oviedo martilleó con alguna insistencia. 
Es de justicia reconocer que el Mallorca mejoró en casi todos los aspectos del juego. Un ligero paso hacia delante que debe tener una mayor progresión y continuidad. Al menos se compitió y las llegadas tuvieron cierta sensación de peligro. Digno de mención es el último cuarto de hora de partido. Aquí sí que hubo una preocupante inferioridad que debe ser motivo de reflexión.