19 junio 2017

LA CONFIANÇA S'HA DE GUANYAR


Ara mateix el Mallorca té, davant la seva afició, un problema de confiança. L’arribada inicial de la nova propietat va tenir una resposta plena de positivisme i credulitat.   
El mallorquinisme va acaronar a Robert Sarver i totes les seves decisions. De fet, cada paraula de Maheta Molango era elevada a l’estatus de perfecta. El vot de confiança, en el seu moment, fou elevat i abnegat. Fins i tot la crítica inicial va ser pràcticament inexistent. 
Després varen arribar les decisions inexplicables i, el més important, plenes d’errades. Són tantes que només enumerar-les pot arribar a ser massa cansat.
Passat els mesos la realitat ens mostra una desfeta absoluta.  El Club ha davallat a la Segona Divisió B i serà dirigit pels mateixos executius
A partir d’ara s’obren dues branques vitals pel futur més immediat. Cada decisió de futur, malgrat les errades anteriors, no pot estar llastrada pel passat i demanar la mateixa confiança a l’afició és totalment injust.

Podrà Maheta Molango guanyar-se la fe dels seguidors del RCD Mallorca?  


11 junio 2017

GANARSE LA CONFIANZA PERDIDA


Fue uno de los partidos más tristes de toda la historia del Mallorca. El transcurso de la semana no sirvió para atemperar el sentimiento de una afición que, con motivo, se ha sentido engañada. Todo lo contrario.

El primer paso hacia el futuro ya no fue el adecuado. La rueda de prensa de Maheta Molango tuvo poca autocrítica, las declaraciones de Oriol fueron más leña y las confidencias del entrenador enseñaron más vergüenza.

El mallorquinismo expresó su opinión con claridad. Disconformidad absoluta con la gestión realizada y muchas dudas sobre la posibilidad de futuro. Pero la decisión de la propiedad parece inflexible y, partir de ahora, se necesitará buena gestión pero también mucha unión.

Posiblemente el consejero delegado no sea la persona más adecuada para continuar llevando las riendas de la institución. Sus errores y su falta de empatía le han colocado en una posición muy complicada. Por su parte el entorno tendrá que aceptar la continuidad, esperemos que no el continuismo, de la sociedad anónima deportiva..

Maheta Molango tendrá que ganarse una credibilidad que ha perdido. Recuperar la confianza de la afición será imprescindible. Un club de fútbol con su masa social en contra es mucho más débil para sus rivales. El ejecutivo tendrá que comprender a la afición y trabajar para volver a ganársela.

También es de justicia hacer tabla rasa. Cada directriz del consejero delgado no puede estar lastrada por el pasado. La Segunda División B se puede hacer muy larga y dura. El Mallorca no podrá ganar todos los partidos y aquí tendrá que aparecer cierto grado de paciencia por parte de todos. Intentar eludir la responsabilidad del ascenso es tan absurdo como exigir la victoria en todos los partidos.

El Mallorca ha salido de situaciones mucho más peligrosas. Es tiempo para una gestión hábil, inteligente y llena de solución. ¿Sabrá la propiedad americana estar a la altura de la circunstancias? ¿Podrá Maheta Molango recuperar la confianza de la afición ?

05 junio 2017

EL DESCENSO ES JUSTO


El Mallorca tuvo que afrontar el abismo contra un rival ya descendido que curiosamente había perdido menos partidos que los mallorquines. Esta situación, ganada absolutamente a pulso, no tenía que condicionar el desarrollo del juego. Era ganar y no buscar ninguna excusa en el camino. 

Incomprensiblemente, durante la primera parte, los mallorquines jugaron a la ruleta rusa. Un intercambio de golpes con más desorden que otra cosa. Esperar un Mirandés relajado hubiera sido un error. En fútbol nadie regala nada y el equipo de Miranda de Ebro lógicamente no lo hizo. Así debía ser y así fue. El equipo local jugó su partido y se aprovechó de los regalos de una primera parte absolutamente negra.

Sergi Barjuan tomó sus decisiones. El margen de maniobra de cara a gol siempre es limitado. El Mallorca no puede escapar de las propias limitaciones marcadas por la capacidad real. Y aquí los rojos cuentan con la munición justa. Descartado Lekic por las afirmaciones de su entrenador los rojos se apuntaron a la anarquía táctica.

El desarrollo del juego en el centro del campo estuvo absolutamente enquistado. Demasiado desorden con conducciones excesivas. Yuste se perdió, Culio se desdibujó mientras que Alex Vallejo y Sasa se desgastaban corriendo sin orden ni sentido.

La segunda parte tuvo cierto repunte, mezclado con más orden, pero ya fue del todo inútil. Que el central termine jugando de delantero y lo haga mejor es un resumen de la situación de este equipo. 

Una categoría tan larga como la Segunda División asegura justicia competitiva. Nada es por casualidad. Los equipos son víctimas de la gestión realizada y las excusas, vacías y nada creíbles, son para los perdedores. El descenso del Mallorca es absolutamente justo. Adecuado a los errores que se han cometido durante la planificación y ejecución de una temporada que será tristemente histórica. 

Esta propiedad será recordada por haber perdido, después de treinta y seis años, la élite para la institución. Con el tiempo quizás puedan arreglarlo pero ahora el golpe es durísimo. Parece imposible hacerlo peor. La lista de errores es tan larga que produce vergüenza ajena. Ahora se abre un futuro incierto y lleno de dudas. El Mallorca tendrá que replanteárselo todo y la propiedad debería entonar un mea culpa lleno de sinceridad.

29 mayo 2017

QUEDAN EN MANOS DE LOS DEMÁS


Haber ganado el doble de puntos que su rival, en los últimos cinco encuentros, otorgaba vitola de favorito a los rojos. Pero ganar dos partidos consecutivos en casa siempre es difícil. Y en esta Segunda División, y con las circunstancias reinantes, todavía más complicación.

El Mallorca terminó estabilizando a dos delanteros emitiendo diagonales para así llegar más. La ruptura no fue un problema. Todo lo contrario. Durante la primera parte hubo amplitud, movilidad y profundidad pero faltó el veneno en la finalización

Lago Junior estuvo altamente activo y mereció más. Brandon trabajó a destajo y su movilidad ayudó en el trenzado de los ataques. Campabadal y Saúl realizaron apoyos y llegaron a zona alta pero su peligro se diluyó. El número veintidós tuvo más llegada y su participación fue de lo mejor del partido.

El Numancia se presentó con bajas importantes y de bastante calado. Pero con un bagaje de solo una derrota en las ultimas cinco disputas como visitante. Sin su arquitecto Julio Alvarez, sin la amenaza en la referencia de Manu Del Moral, con Jairo fuera de toda posibilidad y descontando la participación del central Carlos Gutiérrez el rival debía ser menos rival. Así fue. Pero así y todo los rojos no pudieron marcar ningún gol y además poco a poco fueron perdiendo el control del partido.

La estrategia en ataque podía ser el arma a utilizar. El Numancia ha mostrado problemas defensivos en córner, sobre todo en el segundo palo, y aprovechar esta endeblez podía abrir una importante oportunidad. Pero aquí los jugadores rojos no llegaron. Tuvieron una lectura demasiado estática y por aquí no se pudo desencallar el partido.

La segunda parte fue un querer y no poder de ninguna manera. Casi no había piernas para empatar y era obligatorio ganar. No pudo ser. El equipo tiene el mal endémico del gol y está enquistado hasta la médula. Los mallorquines necesitan ganar los dos partidos que quedan y además dependen de los demás. ¿Se darán los dos condicionantes?

21 mayo 2017

LA CAZA SIGUE



El Mallorca tenía que asumir con inteligencia la superioridad de su rival. Jugar sin red acrecienta la posibilidad de error y esto, ante un adversario con mejores argumentos ofensivos, podía ser letal. Jugar desde el empate, con el objetivo irrenunciable de ganar, podía ser la opción más astuta.

Los rojos saltaron dispuestos a liquidar el partido por la vía rápida. Iniciaron rápido, fueron intensos y conquistaron gol. Sergi Barjuan retocó su disposición. Metió a Moutinho por el ala izquierda habilitando la dinámica de Angeliño por la derecha.

Además amenazó a la línea de cobertura andaluza con Brandon y Lago Junior. La gloria fue para el número once. Además de trabajar a destajo marcó el gol que abrió el marcador. Un golazo con una finalización exquisita. 

El Almería ha encontrado en Luis Miguel Ramis al entrenador adecuado en este tramo final de competición. Veinte puntos de los últimos treinta i tres posibles, las características de sus futbolistas y un juego mucho más táctico le otorgaban la vitola del equipo más difícil de los que restaban.

Defender de forma inmaculada era necesidad obligatoria. Sellar la portería propia y secar a tres futbolistas por encima del resto. La velocidad de Quique tenía que examinar a la pareja de centrales roja. Yuste ejerció control y con inteligencia secó su velocidad.

La zurda de Fidel podía destruir el perfil defendido por Campabadal. No fue así. Curiosamente el lateral tuvo más problemas con Nano pero pudo responder con eficacia.

La habilidad de Pozo, en el penúltimo pase antes de la finalización fue vigilada y sujetada por el doble el pivote que colocó Sergi Barjuan. Tanto Vallejo como Sasa sometieron la medular y ejercieron un control casi perfecto.

Este equipo ha crecido en sus fundamentos tácticos. Hubo diagonales para ganar superioridad numérica por dentro y apoyos de los laterales por fuera. La lectura táctica fue buena.

La segunda parte fue un sufrimiento interminable. Cualquier decisión era difícil de asumir y la presión se apoderó de todo el mundo. Hubo momento Ansotegi y se pasó a tres centrales. Al final se conquistó una victoria crucial. La caza continúa y el próximo rival será el Numancia.

14 mayo 2017

ESTO NO ES DEFINITIVO

Jugar contra un adversario de la zona alta nunca es sencillo. Además había que asumir su racha, una derrota en los últimos seis partidos, y una notable mejoría en su juego. La previsión anunciaba un Valladolid dispuesto a noquear desde el primer minuto mientras que los visitantes tenían resistir y crecer.

El Mallorca saltó al césped del José Zorrilla fortificándose desde la inteligencia táctica y esperando su oportunidad. Sergi Barjuan llenó el centro del campo con Alex Vallejo anclando y Culio lanzando pases o conducciones.

El equipo funcionaba hasta que el árbitro del encuentro se inventó una pena máxima absolutamente inexistente. A partir de aquí los rojos sufrieron y se vieron obligados a asumir un riesgo que benefició a su rival.

La velocidad volvió a desplazarse a los flancos pero con desigual fortuna. Lago Junior por la derecha tuvo problemas para desbordar y Angeliño tuvo una llegada de cierto peligro. Poca cosa más.

El Valladolid es un equipo que, como todos los equipos de esta Segunda División, tiene debilidades aprovechables. Su presión alta no es ni convincente ni efectiva en su totalidad. En ocasiones se parte y es vulnerable con certeros contraataques. Aquí había petróleo por recoger. Las circunstancias del partido impidieron esta posibilidad.

Los laterales rojos debían pasar la prueba del algodón. ¿Podrían contener a José Arnaiz y Espinoza? La repuesta volvió a ser ambigua. Por su parte Campabadal no pudo dar cuenta de su par mientras que Oriol tuvo menos problemas y ejerció control.

Es justo reconocer que el partido dejó claro la diferencia de talento demostrada durante los noventa minutos. El contrario pudo moverse beneficiado por la ventaja en el marcador y eso fue definitivo. Tuvieron más clarividencia y fueron letales en ataque.

El resultado final no debe hace caer al equipo en la desolación. Era el partido más complicado de los que quedaban y se saldó con una derrota definitiva pero no condenatoria. Si se podía descontar un partido era este. Ahora toca apuntalar la próxima final que sí que tiene tintes de terminal. ¿Podrá el Mallorca ganar al Almería?

07 mayo 2017

EL MALLORCA ESTÁ DE CAZA

La caza ha comenzado. El Mallorca ha conseguido sumar seis puntos consecutivos y todos sus rivales tienen un enemigo más. Fue de la mejor manera posible. Sobre la bocina y en la última jugada, De nuevo era un partido sobre la cornisa. Ganarlo otorgaba posibilidad de superar un triple empate con el Córdoba. No había margen. Ganar o ganar. Finalmente se consiguió y la orilla, estando lejos, empieza a visualizarse.

El partido fue por derroteros de dificultad. La primera parte fue absolutamente decepcionante para los mallorquines. Sergi Barjuan eligió repetir. No tenía mejor opción. Volvió a situar a Moutinho por dentro dejando galones de velocidad sobre Lago Junior y Angeliño. El número veintiuno estuvo más pendiente de juntarse con pivotes que de ir al espacio. Y tácticamente se pagó.

El Elche, endeble por naturaleza en retaguardia, se presentó con dos bajas de mucho calado. Edu Albácar y Armando dejaron huérfana una línea que se colocó sobre el posicionamiento del venezolano Túñez. Lento en toda su dinámica y con unos problemas a su espalda que fueron obviados hasta casi la desesperación.

La amenaza estaba más que anunciada. Nino debía ser neutralizado. El número once ya no destila velocidad pero sí una astucia, mezclada con veteranía, capaz de sembrar discordia y anarquía. Pleguezuelo se fortificó junto a Yuste dejando algunas fisuras en el eje de la defensa.

Con el centro de la zaga sin sellar el peligro también podía llegar por fuera. Hervías y Pedro representaron el desequilibrio en el uno contra uno. Velocidad, con verticalidad, fue la apuesta. La respuesta tenía que llegar de los laterales. Campabadal tuvo más problemas de los deseados y Oriol perdió algunas acciones preocupantes.

Es necesario detenerse sobre la actuación de Alex Vallejo. Este futbolista ha crecido exponencialmente las posibilidades en la medular. Su pragmatismo le ha otorgado mucho equilibrio a la zona de medios. Buen trabajo en la salida y mejores prestaciones en la contención.

Realmente fue un partido discreto con un final apoteósico. La última jugada fue digna de este deporte. Por primera vez en la temporada el Mallorca ha sumado seis puntos de seis posibles y la posibilidad de salvar los muebles empieza a ser tangible. La próxima salida es realmente complicada. Será difícil, muy difícil, vencer en Valladolid. Pero cuando un equipo está de caza todo es posible. ¿Habrá tres de tres?

01 mayo 2017

UNA VICTORIA PARA LA ESPERANZA

Jugar diez partidos de fútbol, sin ganar ninguno de ellos, mella la fuerza mental de cualquier equipo. El Mallorca tenía que afrontar su encuentro sin tanto peso sobre sus espaldas. Solo un partido, sin más, sin contar todo el bagaje de un año que está siendo demasiado oscuro. Rebajar la presión, para así mejorar el rendimiento, se antojaba necesario.

Y aquí el entrenador tenía que ejercer de péndulo para equilibrar la fuerza negativa existente. Lo consiguió claramente además de tener una buena lectura táctica en todo el partido. Buen planteamiento con buenos cambios y resultado para la esperanza.

Era una partido para lentificar el ritmo de juego. Evitar la fogosidad de un contrario que se suele abonar a la presión desmedida y que se siente ganador en las idas y venidas. Sorprendentemente los rojos utilizaron las armas de su rival y le vencieron en su propio campo.

Sergi Barjuan ocupó el terreno de juego poniendo velocidad en las alas y adelantando bastante la línea de presión. Los futbolistas mallorquines tenían que conseguir que el balón no quemara y que la posibilidad de contraataque fuera factible. Durante la primera parte lo consiguieron. Lago Junior por la derecha y Angeliño por la izquierda trenzaron y llegaron.

Mención especial merece un Moutinho que centró su posición y se convirtió en el eje de la victoria roja. Asistió, llegó y marcó.

 El Sevilla Atlético se presentó al partido seguro de sus propias posibilidades. Solo una derrota, ante el Reus y por la mínima, en su feudo le otorgaban vitola de rival extremadamente peligroso. Solo fue así cuando el Mallorca le dejó. Se vio superado en muchas fases del partido y padeció hasta el final.


Una premisa defensiva prevalecía sobre el resto. Neutralizar las bandas giradas era una pura necesidad competitiva. Detener la derecha de Ivi por el perfil izquierdo y anular a Pozo por el otro flanco. Eso o morir. Y se hizo más durante la primera parte que en segundo periodo. Angeliño que mostró virtudes en ataque fue demasiado vulnerable en defensa y este aspecto debe corregirse en las próximas finales que tendrán que jugarse.


Son tres puntos que solo abren una puerta para la esperanza. Toca seguir remando hacia una orilla que todavía está bastante lejos.

24 abril 2017

LA CAJA DE PANDORA


El Mallorca saltó al césped de Son Moix hundido en la clasificación y colocado a ocho puntos de la salvación. El margen no existía y solo valía la victoria. Solo se empató y así la opción de la salvación prácticamente se difumina.   

Siete derrotas consecutivas como visitante abrían el tarro de las posibilidades para el Mallorca. Atacar, sin piedad, la zona de medios del contrario era una obligación táctica absoluta. Aquí el Córdoba cuenta con futbolistas que, en ocasiones, son transparentes en defensa. Javi Lara y Aguza tienen verdaderos problemas de gestión sin balón. Pero con él crecen y pueden ser peligrosos. 

Sergi Barjuan decidió llenar el centro del campo. Allí colocó a Sasa con Alex Vallejo más el trabajo de Culio. El ritmo escogido fue lento y esto favoreció al rival. 

El partido empezó de la mejor manera posible. Gol de Lago Junior que sirvió para retrasar posiciones y dar alternativa al rival. 

La dinamita del Córdoba fue relativa. Solo en cuentagotas y, además, bastante previsible. Los pases largos de Kieszek, las llegadas potentes de Markovic, alguna acción seleccionada de Pedro Ríos y la referencia de Rodri. Esto, unido a la estrategia de Javi Lara, era el arsenal a neutralizar. Solo se hizo a medias.   

La referencia ofensiva se dejó sobre las botas de un Lago Junior que empezó luchador moviéndose al espacio. Pero con los minutos terminó marginado y aislado. En la segunda parte quedó más escorado 

Oriol aprobó con su par y aprovechó su carril paran lanzar algún ataque. Campabadal tuvo algún problema de contención. Galán, con alguna incorporación de Bittolo, fueron suficientes para amenazar

Solo cabe destacar el empuje final. Se tocó diana y los rojos se acercaron a un gol que objetivamente merecieron. Todo fue inútil y hubo un empate que resulta totalmente insuficiente. 

Todos los males del fútbol parecen adscritos a un club que está en combustión permanente. El Mallorca es la mismísima caja de Pandora. Todo lo que está dentro termina destruido. 

Los resultados son fruto de la gestión realizada. La situación no es atribuible a la mala suerte. Todo se ha ganado a pulso en una temporada, que aunque tenga milagro final, será absolutamente nefasta. Porque el descenso ya sería más que catastrófico


17 abril 2017

EN MANOS DE LOS DEMÁS

Jugar el último de la jornada, en estas circunstancias clasificatorias, todavía añadía menos margen para la especulación. El Mallorca saltó al césped de La Romareda con la necesidad de llegar hasta los treinta y cinco puntos. Sumar no era suficiente. Había que ganar. Y por enésima vez se volvió a desaprovechar la oportunidad. Se firmó una nueva derrota que deja a los mallorquines en manos de los demás. Ni juegan, ni convencen y, además, pierden. 

Sergi Barjuan se encargó de anunciar que solo los futbolistas capaces de aguantar la presión tendrían la alternativa. Dejó en Palma a su mejor asistente. Moutinho ni viajó. Colocó a Santamaría bajo palos con una línea de cuatro zagueros por delante. En el eje se examinaron Yuste con Pleguezuelo. Durante la primera parte no pudieron sujetar ni al delantero rival ni las llegadas desde la medular. 

Alex Vallejo fue por delante de los centrales y allí ocupó su espacio de medio centro. Fueron tres contra tres. Y su problema llegó con el triángulo del contrario. Zapater sacó galones de jerarquía y, con la ayuda de Edu Bedia y Javi Ros, doblegó la medular hacia su costado. Sasa Zdjelar y Juan Culio se vieron absolutamente superados en el juego de posición. Después en la segunda parte la tendencia se giró pero fue del todo insuficiente. 

Con Manu Lanzarote sobre el terreno de juego era obligación evitar regalar acciones estratégicas absurdas. Durante el presente campeonato ha colocado cinco asistencias de gol. Por tanto su zurda era una amenaza más que anunciada. Lo volvió a ser. Sacó un córner cerrado y Ángel de cabeza marcó el gol que valió los tres puntos en litigio.  

Las decisiones de Sergi Barjuan tienen sus interrogantes. Pareció no tener un conocimiento propio exhaustivo y menos del rival. Dejar a sus mejores lanzadores de estrategia fuera del encuentro pareció un tanto extraño. ¿Por qué? 

Cualquier rival hubiera hecho sangre con el Zaragoza. Sus últimos veinte minutos fueron una sangría que se desaprovechó casi por completo. Poco fútbol con poca capacidad para finalizar las escasas jugadas que se crearon. Ahora mismo el Mallorca está en un túnel del que no encuentra la salida


09 abril 2017

BIENVENIDOS AL INFIERNO


El Mallorca estrenó entrenador en una situación absolutamente terminal. No había ni recorrido ni margen. Ganar o morir. Era un encuentro sin red en el que cualquier cosa podía pasar. Al final hubo sufrimiento, con muy escaso fútbol, y un empate más bien estéril. 

En este tipo de situaciones los mandatos tácticos deben ser mucho más flexibles. El tiempo dedicado al entrenamiento es mínimo y la recuperación mental debe ser el objetivo. Pero siempre es necesario iniciar con bocetos sencillos y de fácil asimilación.

Sergi Barjuan colocó una línea de cuatro zagueros protegiendo la portería con Santamaría. Su línea de presión fue media y a la espera. Demasiado a la espera. Salomao y Moutinho estuvieron demasiado pendientes de los laterales contrarios. Asumieron demasiado trabajo defensivo y ayudaron al Mallorca a caer en un embudo absurdo y casi demencial. 

En los partidos que se juegan sobre la cornisa hay que ser todavía, si cabe, más pulcro en el conocimiento exhaustivo del rival. El Nastic se aposentó sobre sus tres centrales para cerrar el eje y lanzó a sus dos laterales de largo recorrido. Y era aquí, sobre la espalda de Gerard Valentín, dónde se abría un oasis más que interesante. Durante toda la temporada el cincuenta por ciento de los goles encajados en jugada han llegado por ese perfil derecho. 

Los rojos tenían la obligación de aprovechar esa debilidad. Pero por aquí se limitaron a evolucionar sin ser incisivos. ¿Por qué no se lanzaron sobre la espalda del lateral contrario? ¿Fue desconocimiento o incapacidad? 

El Mallorca también tardó demasiado en romper a sus tres medios centros en la medular. Lo hizo sacando a Lekic y juntándolo con Brandon. Escaso fútbol dinámico y solo alguna aportación desde el balón parado. El resultado final fue justo y ajustado al escaso fútbol.  

El resultado no abre ni siquiera una estrecha vía de luz sobre el horizonte. Sigue estando más difícil todavía y la realidad anuncia un futuro negro. 


01 abril 2017

LA AGONIA INTERMINABLE


El Mallorca sumó una derrota que tiene tintes catastróficos. El margen ya es inexistente y las decisiones, propias o por mandato ajeno, parecen inevitables. 
Ambos equipos se presentaron al partido con la necesidad imperiosa de ganar pero con el peligro de conformarse con un empate maligno. La trayectoria de ambos no anunciaba un encuentro vistoso. Todo lo contrario. Ataques planos y llenos de dificultad para trenzar juego fue la carta de presentación. Más balones aéreos que juego ligado fue una condena para el espectador. 
El Mallorca tenía la obligación de aprovechar las bajas defensivas de su rival. Aquí ellos fueron con lo justo y los rojos intentaron la amenaza con Brandon y Lago Junior. Fue una incisión de mentira y sin profundidad. 
La estrategia podía ser el arma a utilizar. La batalla estaba servida y anunciada. Los mallorquines son el quinto mejor equipo de la categoría anotando pero el adversario suele defender con bastante eficacia. Solo cinco goles encajados, descontando los penaltis, desde el balón parado abrían escaso rédito. Los dos equipos se enrocaron defendiendo pero el gol fue para el conjunto amarillo. 
Los pupilos de Julio Velázquez suelen llegar al área contraria de forma muy directa o través de la estrategia. Yuste, desde la medular, tenía que neutralizar las prolongaciones de Pablo. Y eso al menos se hizo. 
El jugador que no se pudo sujetar fue Ivi. Sacó el bisturí y cortó el perfil derecho mallorquín. Pareció un jugador de superior categoría y, además, contó con la ventaja de jugar continuamente un uno contra uno. La inexistencia de ayudas defensivas colaboraron a condenar al lateral derecho. 
Ganar en campo contrario nunca es sencillo y en Santo Domingo solo tres rivales lo consiguieron. El problema para el Mallorca es su situación en la tabla clasificatoria. Cuando uno ya se encuentra en posición de descenso solo las victorias te pueden sacar de allí. 
Demasiado poco se hizo para empatar y menos para ganar. La situación es insostenible y recapacitar sobre las posibilidades propias es obligación. En ocasiones un paso atrás dignifica la estima hacia un club. ¿Qué hará Javier Olaizola? 

26 marzo 2017

LO INTENTARON HASTA EL FINAL


Jugar contra el Levante no representaba un partido más. Después de no encontrar la victoria en los últimos cinco enfrentamientos el margen para sumar derrota era inexistente. Si uno no gana a los débiles tiene que cumplir con los poderosos. Tampoco fue posible y solo se pudo sumar un punto. 
Fueron dos partes completamente diferentes con alternancia para cada equipo. Durante los primeros cuarenta y cinco minutos fue mejor el Levante pero el segundo periodo fue netamente rojo. 
El Mallorca se enfrentó a un gigante que solo había perdido cuatro partidos en toda la temporada. Una escuadra que cuenta con prácticamente dos futbolistas por posición. Difícil sí, pero en fútbol nada debe ser imposible. Encontrar los escasos puntos débiles debía formar de la estrategia roja. Hubo algunas ocasiones pero lamentablemente se desaprovecharon. 
Juan Ramón López Muñiz abre mucho a sus centrales para otorgar más amplitud con sus laterales y aquí los delanteros mallorquines, trabajando bien y sincronizando con sus medios, podían encontrar algún espacio ganador. Este tipo de acciones no se produjeron y se desperdició una buena opción. 
Morales campó a sus anchas por el terreno de juego. Afiló su cuchillo y simplemente destrozó el perfil derecho rojo. No hubo ayudas. La decisión fue cambiar al lateral y, eso, unido a la superioridad numérica ayudó a voltear la tendencia del partido. 
Los diecisiete goles conquistados por el Levante desde el balón parado obligaban a defender con autoridad. Aquí hubo aplicación y eficacia. Este tipo de acciones se resolvieron con bastante facilidad. 
La táctica fija ofensiva debía ser el otro punto de anclaje para cimentar victoria. Hasta nueve goles encajados, tres en saques de esquina, abrían una brecha interesante. La escasa protección en el segundo palo podía otorgar algún rédito. Y el Mallorca aquí consiguió el gol que supuso rescatar un punto merecido. 
Los futbolistas de Olaizola deben aprender la lección. Ganar a cualquiera es posible y aplicarse, de aquí hasta el final, debe ser una obligación. Hay tiempo y espacio para evitar que la temporada sea catastrófica

19 marzo 2017

LA ALARMA YA ES INMINENTE

 
Dos trayectorias muy diferentes chocaron en un partido con poca alternancia en el juego. La precaución fue más elevada que el riesgo y así salió un partido insulso. Típico fútbol de Segunda División con una nueva derrota que enciende todas las alarmas. 
Javier Olaizola asumió directrices de fútbol directo con Yuste en el centro del campo. El número veintitrés se colocó entre centrales para iniciar y así lanzar a los laterales. Esta ventaja táctica se hubiera podido aprovechar más. Solo se hizo en cuentagotas. 
Anquela ha conseguido que su equipo haga fortaleza de su debilidad. Riesgo cero en la iniciación con puntos de desequilibrio a partir de tres cuartos de campo. Vadillo, volcánico en ataque pero cándido en defensa, deambuló por el perfil zurdo hasta que se lesionó. Fue un problema menos para controlar pero esto no bastó ni siquiera para empatar. 
La dinámica de Samu Sainz era una amenaza a sujetar. Pocos jugadores de la Segunda División tendrían posibilidades de éxito en categoría superior y el número catorce podría ser uno de ellos. Todas las operaciones ofensivas del Huesca pasaron por su cabeza. Estaba anunciado y el Mallorca lo desactivó con alguna dificultad. 
Sujetar a Borja Lázaro no representaba una misión excesivamente complicada para las características de los centrales mallorquines. Casi siempre fueron desmarques al primer palo y descargas para esperar la colaboración de algún compañero. Aquí Ansotegi, junto con Raíllo, se protegieron. 
Es necesario reflexionar sobre el problema en la finalización. El Mallorca inició el partido con dos delanteros centros y lo terminó con dos futbolistas de características muy diferentes. El gol llegó gracias a un acto de fe de Moutinho. Después del empate el Huesca arriesgó a ganador y los mallorquines regalaron dos ocasiones a su rival. Una fue atajada por Cabrero y la otra significó la derrota. 
Respirar era necesidad y el Mallorca no cumplió con su obligación. Se volvió a perder un partido que no se podía ni empatar. Esta derrota escuece de verdad. Fue en el último minuto y puede dinamitar la confianza de un equipo que está obligado a conseguir su objetivo de mínimos. El fracaso ya es de proporciones enormes pero es imprescindible salvar la categoría que representa la LFP.  

12 marzo 2017

LOS EMPATES NO BASTARÁN



Un triunfo en los últimos ocho partidos obligaba a victoria. El Mallorca jugó un encuentro sin red en el que tenía que ganar a cualquier precio. Solo se sumó un empate que resulta insuficiente para un equipo que empieza a sentir la agonía de la clasificación. 
Para esta batalla Javier Olaizola tenía que escoger muy bien sus bazas tácticas. Era sacrificar algunas parcelas para poder ganar la guerra. Disputar el partido era factible pero jugar para arrebatar la posesión del balón era una lucha estéril y, además, inútil. El Lugo lentificó su juego para favorecer el control del esférico y así maniobrar en ataque. Los locales le hicieron una primera parte demasiado cómoda. 
Los tres centrales fueron más una condena que un acierto. El Mallorca no cuenta con centrocampistas de la talla creativa de Carlos Pita y Fernando Seoane. Pero la gran baza del rival también podía convertirse en su talón de Aquiles. Solo fue así a medias.
Cambios de ritmo sobre el eje y balones a la espalda de los medios centros han sido, durante muchos partidos, veneno para el equipo gallego. Los rojos no lo entendieron así y fueron más con la mirada que con las piernas. También es cierto que todo mejoró en la segunda parte.
Se cambió el sistema utilizando más presión en la medular y el equipo se hizo acreedor del gol. Los mallorquines colocaron a Yuste por delante, Lekic en la amenaza y una banda derecha con Brandon y Lago para amenazar. Consiguieron empatar poniendo corazón y volteando la tendencia de un partido que hubiera podido tener cualquier resultado. 
El gol sigue siendo el gran problema a solventar. El final del partido fue rojo pero sería injusto olvidarse de las dos ocasiones del rival al principio de la segunda parte. Toca crecer más y además hay que hacerlo rápido. 
La clasificación nunca engaña. Los equipos que luchan por salvar la categoría tienen un fútbol mucho más precario que aquellos que juegan por ascender. Muchas cosas se han hecho mal y reconocerlo debe ser el primer paso para avanzar de forma más correcta y segura. 

06 marzo 2017

LA SALVACIÓN ES POSIBLE


Era un partido de más de tres puntos por razones obvias. Rival directo, el "goal average" en juego y la necesidad imperiosa de no perder bajo ningún concepto anunciaban un encuentro lleno, como mínimo, de intensidad competitiva. Fue una disputa lenta, pastosa y algo aburrida. Y el castigo, además del juego, fue un empate. 
Javier Olaizola reforzó la presencia de futbolistas en el centro de la zaga. Tres centrales que blindaron el eje y dieron nulas opciones tanto a Jona como a Iban Salvador.  El posicionamiento de 1-5-3-2 tuvo buenas prestaciones defensivas pero en la segunda parte, durante demasiados minutos, se renunció al contraataque y eso se pagó. 
La baza ofensiva pasó por colocar a Brandon y cercenar con la velocidad de Lago Junior. Morillas es un central al uso, que también evoluciona de lateral,  pero con problemas de velocidad. Allí debía aparecer cierta posibilidad de victoria.  Pero curiosamente fue en la estrategia. Raíllo venció en su lucha por un remate que llevó el sello del gol. A partir de aquí UCAM bajó y el Mallorca creció. 
Francisco Rodríguez tiró sobre La Condomina su juego esperado. Ese 1442 que tan aceptables resultados le han dado. Juande se colocó en la zona ancha y allí trabajó con un Tito que se vio superado hasta que fue sustituido. 
Iban Salvador es futbolista efervescente pero su picaresca no apareció para condicionar el juego de centrales. Jona es un rematador que tenía que examinar a los centrales rojos y los mallorquines casi siempre salieron victoriosos. 
Basha se terminó moviendo allí donde le gusta más. Fue por dentro y ayudó a girar la tendencia del encuentro. El UCAM fue ligeramente superior en la segunda parte y terminó empatando gracias a un penalti que no existió. 
El clasificación ya tiene proporción de alarma inminente. Así y todo este grupo tiene capacidad de sobra para salvar la papeleta. Técnico y, sobre todo, jugadores deben mostrar personalidad para poder cumplir con un objetivo que es de mínimos. Salvar la Segunda División es una obligación para este Club centenario. Muchos quedarán marcados por la historia si la debacle, impensable a principio de temporada, se llega a consumar. 

26 febrero 2017

SE PERDIÓ LA FORTALEZA MENTAL


Era un partido de alta dificultad con una problemática añadida. Había que sumar la complicación de un entrenador rival que conocía todos los entresijos de la casa. Jugar contra Pep Lluís Martí aumentaba el riesgo y el margen para la derrota era inexistente. Ganar era necesidad y ponerlo todo para conseguirlo obligación.
El Mallorca se abonó a la intensidad y firmó una primera hora llena de presión y recuperación. Después hubo bajón mental y derrota por debilidad en todos los aspectos del juego. Fue tan triste como casi imperdonable. 
Ambas escuadras se presentaron con interrogantes en la finalización. El gol, la suerte más difícil en el fútbol, tenía una importancia capital. Siempre la tiene. Parecía que el equipo que marcara primero tendría mayores opciones de victoria. No fue así. Los locales en la segunda parte se diluyeron como un simple terrón de azúcar.
El Mallorca perforó la portería de un contrario que había salido inmaculado en sus seis últimos partidos. Para ello Olaizola se decantó por la velocidad de Lago Junior más la habilidad de Brandon. Se encontraron bien solo los primeros cuarenta y cinco minutos. Después no jugaron. 
En el centro del campo la batalla estaba servida. Vitolo ejerció de alma en la recuperación y allí el Mallorca terminó perdiendo su fuelle. Con Juan Domínguez desengrasando y Zdjelar conteniendo se ganó la guerra de la medular pero solo durante la mitad del partido. El resto del encuentro fue una debacle. 
También se debía controlar la capacidad de contraataque de dos futbolistas que mezclan de forma muy combustible. Secar la velocidad de Amath y la intuición de Lozano era prioridad. ¿Cómo hacerlo? El Mallorca no podía fallar en sus vigilancias. Se volvió a tropezar en la misma piedra.  Medio partido excelso y el resto tocando el ridículo. 
El inicio de la segunda parte fue una mezcla de escándalo y accidente. Un equipo de fútbol no puede venirse tan abajo por un gol en propia meta. Pep Lluis Martí, después del gol del empate, vio la debilidad y lógicamente lo aprovechó. 
Cada partido sin victoria es una losa irrecuperable y esta vez tampoco se consiguió. Se acercan las finales de verdad y, al menos, hay que demostrar mucha más fortaleza en todos los sentidos. Los partidos ya empiezan a no tener red y en juego está la Liga de Fútbol Profesional. Es decir, todo. 

19 febrero 2017

UNA DERROTA POR FALTA DE GOL


En fútbol jugar contra un rival superior no es sinónimo de derrota garantizada. Ni mucho menos. El Mallorca se presentó en Montilivi con la obligación de encontrar fisuras en un adversario muy seguro de sus posibilidades. Sus credenciales eran inmaculadas. Nadie había tumbado al Girona en su feudo y, además, sus últimos seis partidos fueron victoria local. 
Javier Olaizola tenía que tomar muchas decisiones, acertar y contar con la colaboración imprescindible de sus futbolistas. Fallar en algo era perder. Durante los primeros cuarenta y cinco minutos se acertó en todo menos en la suerte más importante. El gol. Solo la mala fortuna, o la falta de talento, impidieron que los rojos se fueran al descanso con ventaja en el marcador.
El técnico vasco tenía que neutralizar a tres jugadores por dentro siempre muy activos. Para igualar fuerzas metió a Zdjelar con Domínguez más la colaboración de Culio. Enrocó y dominó la medular hasta el descanso. 
La clave para atacar a los tres centrales plenipotenciarios del Girona estaba en meter balones sobre los laterales y obligarlos a desplazarse hasta allí. Abrir espacios entre ellos y destruir la unión que los convierte en graníticos. En esta ocasión para contraatacar era imprescindible forzar el robo de balón en espacios y situaciones ventajosas. El Mallorca lo hizo más en la primera parte pero en la segunda reculó más su posición. 
Portu representó la combustión para el Girona. Él marcó el cambio de ritmo y secarlo formaba parte de la estrategia defensiva roja. Se consiguió durante todo el partido. 
Los cambios de ambos entrenadores fueron ambiciosos. Girona y Mallorca se movieron para ganar pero los locales se llevaron la victoria. Un Culio muy desgastado forzó la expulsión y los mallorquines tuvieron que defender una jugada de estrategia, con marcaje zonal, desde la inferioridad. El adversario que ya había avisado a Cabrero, en una jugada anterior, puso el dedo en la llaga y marcó un gol que valió tres puntos. 
El Mallorca tiene que fijar el fútbol de la primera parte y seguir remando para conseguir el objetivo de mínimos. 

13 febrero 2017

EL BARCO NO ESTÁ HUNDIDO


Javier Olaizola avisó en la previa que debía ser ganar o ganar. Fue victoria. Se sumaron tres puntos capitales dominando el partido desde el primer minuto pero con complicaciones innecesarias durante la segunda parte. 
El Mallorca sigue caminando por la cornisa del descenso y cada minuto ya tiene una importancia absolutamente decisiva. Jugar contra un rival directo eleva la necesidad y la ansiedad, típica excusa del perdedor, puede atenazar y condicionar. Esta vez no fue así. Hubo superioridad durante los primeros cuarenta y cinco minutos para terminar con sufrimiento por la incertidumbre del resultado. 
Los mallorquines encreptiron el centro del campo con la presencia de Zdjelar y Juan Domínguez. Además contaron con la ayuda de un Culio que volvió a otorgar galones de intensidad. Aquí se empezó a gestar la victoria roja. 
El Rayo Vallecano se presentó con unos números similares al Mallorca. Solo cinco puntos como visitante aparentemente le otorgaban vitola de equipo débil. Nada más alejado de la realidad. Las estadísticas en fútbol son relativas y, en este caso concreto, no se ajustaban a la realidad. 
El equipo de Rubén Baraja contaba con muchos aspectos de desequilibrio. Puntos realmente fuertes pero con unas lagunas que lo convierten en vulnerable e irregular. 
La zurda de Aguirre dio la asistencia en los dos últimos goles rayistas y suturar sus incorporaciones por banda debía ser material sensible. Aquí Campabadal tuvo ciertos problemas de contención hasta que Rubén Baraja decidió incomprensiblemente su sustitución. Después el lateral hizo un partido correcto y consiguió doblegar a un Embarba que no sembró demasiada amenaza. 
El inicio de la segunda parte fue para temer lo peor. El Rayo dio un golpe de timón e intentó recuperar la medular. Lo consiguió a ratos y se acercó al marcador. Después el Mallorca volvió a recuperar galones y fue acreedor a una victoria que debe considerarse justa. 
Al final no se pudo ganar el goal average particular con un rival que puede ser directo a final de temporada. Los sables siguen en todo lo alto y la guerra durará hasta el final. 

06 febrero 2017

A LAS PUERTAS DEL INFIERNO


Ningún partido de fútbol es igual. Ni siquiera parecido. El Mallorca de la primera vuelta fue absolutamente superior. Barrió a su rival en todas las facetas del juego y solo la fortuna le impidió la victoria. 
Para este encuentro tan importante los dos se presentaron con roles muy diferentes pero con la necesidad imperiosa de ganar. Los azules necesitaban meter la cabeza entre los mejores y los rojos salir del pozo de la clasificación. Al final el equipo que jugó mejor sus bazas y enseñó menos sus vergüenzas defensivas conquistó los tres puntos en juego. 
Javier Olaizola vistió a los suyos bajo la directriz del 1-4-4-2. Lekic fue punta de lanza y tuvo que medir su envergadura con un Héctor Verdés que jamás rehuyó el cuerpo a cuerpo. El central salió victorioso hasta que jugó. 
Quizás la falta de velocidad, en el eje de la línea de cobertura carbayona, era la opción más inteligente para tener más opción de victoria. Brandon fue una alternativa que terminó algo desconectado de la zona de peligro. 
Fernando Hierro modificó aspectos de su juego. Cambió el sistema de nuevo para volver a la defensa de tres centrales y además metió la dinamita esperada en su línea de ataque. Toché tenía escrito la palabra gol en su frente. El nueve firmó el primer gol gracias a una jugada trenzada en el centro del campo que tuvo una falta de presión roja que tocó la grosería. 
Y Susaeta fue la otra gran amenaza azul. Se movió en una posición intermedia que fue un dolor de cabeza para Saúl. Hubo dudas sobre si seguir o quedar y el número siete lo aprovechó sobre todo en situaciones de contraataque. Sus acciones con pases, aunque fueron en cuentagotas, supusieron una pesadilla que no se suturó. 
Con empate en el marcador un equipo arriesgó a ganador y el otro especuló. El Oviedo retiró un central para meter a Linares y el Mallorca simplemente esperó. Después con derrota llegaron unos cambios que ya fueron totalmente estériles. 
La situación es delicada y la clasificación produce vértigo. El próximo partido, contra el Rayo Vallecano, tiene estatus de final y no se puede ni empatar