En fútbol jugar contra un rival superior no es sinónimo de
derrota garantizada. Ni mucho menos. El
Mallorca se presentó en Montilivi con la obligación de encontrar fisuras en
un adversario muy seguro de sus
posibilidades. Sus credenciales eran inmaculadas. Nadie había tumbado al
Girona en su feudo y, además, sus últimos seis partidos fueron victoria
local.
Javier
Olaizola tenía que tomar muchas decisiones, acertar y contar con la colaboración imprescindible de sus
futbolistas. Fallar en algo era perder.
Durante los primeros cuarenta y cinco minutos se acertó en todo menos en la
suerte más importante. El gol. Solo
la mala fortuna, o la falta de talento,
impidieron que los rojos se fueran al descanso con ventaja en el marcador.
El técnico vasco tenía que neutralizar a tres jugadores por
dentro siempre muy activos. Para igualar fuerzas metió a Zdjelar con Domínguez más la
colaboración de Culio. Enrocó y dominó
la medular hasta el descanso.
La clave para atacar a los tres centrales plenipotenciarios del Girona estaba en meter balones
sobre los laterales y obligarlos a desplazarse hasta allí. Abrir espacios entre
ellos y destruir la unión que los convierte en graníticos. En esta ocasión para contraatacar era imprescindible forzar
el robo de balón en espacios y situaciones ventajosas. El Mallorca lo hizo más en la primera parte pero en la segunda reculó más su posición.
Portu representó
la combustión para el Girona. Él marcó el cambio de ritmo y secarlo formaba parte de la estrategia
defensiva roja. Se consiguió durante todo el partido.
Los cambios de ambos entrenadores fueron ambiciosos. Girona y Mallorca se movieron para ganar
pero los locales se llevaron la victoria. Un Culio muy desgastado forzó la expulsión y los mallorquines tuvieron
que defender una jugada de estrategia, con marcaje zonal, desde la
inferioridad. El adversario que ya había avisado a Cabrero, en una jugada anterior, puso el dedo en la llaga y marcó un
gol que valió tres puntos.
El
Mallorca tiene que fijar el fútbol de la primera parte y
seguir remando para conseguir el objetivo de mínimos.
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