Cuando un
equipo se lo juega todo y otro no se juega nada los duelos individuales pueden
quedar marcados. Pero pensar que un equipo como el Atlético de Madrid se va a
dejar ganar resulta casi cómico. El resultado final deja opciones matemáticas
pero poco reales. Ganar al Valladolid y esperar que todos los rivales no
ganen parece muy difícil.
Inicialmente el Mallorca entró al partido bien
pero poco a poco se fue diluyendo para tener un estirón final que le hubiera
podido dar la victoria. No fue así. Gregorio
Manzano vistió al Mallorca con tres medios centros. Tissone, Martí y Márquez
intentaron controlar la zona de medios. Sólo lo consiguieron a medias. Gio
estuvo durante demasiados minutos alejado de la portería adversaria y el
Mallorca perdió verticalidad y peligro. El mejicano volvió a estar demasiado
intermitente y poco resolutivo.
Simeone puso
a su equipo de gala. A los mejores. Miranda y Godin para asegurar el eje de la
zaga con Juanfran y Filipe en los costados. Arda y Koke se movieron por fuera y
Diego Costa sembró movimientos de intimidación por dentro. Arriba en el
referencia apareció un Radamel Falcao
que estuvo más desaparecido que activo.
Los treinta y
tres puntos conquistados son muy poca munición. Ahora es ganar y esperar una
carambola casi imposible. El Mallorca se ha ganado a pulso esta situación y
tendrá que afrontar sus consecuencias. Las oportunidades para llegar a la
permanencia han sido extensas y si el descenso se termina produciendo las excusas
caerán en saco roto.