Jugar
diez partidos de fútbol, sin ganar ninguno
de ellos, mella la fuerza mental de cualquier equipo. El Mallorca tenía que afrontar su encuentro sin tanto peso sobre sus
espaldas. Solo un partido, sin más, sin contar todo el bagaje de un año que
está siendo demasiado oscuro. Rebajar la
presión, para así mejorar el rendimiento, se antojaba necesario.
Y aquí el entrenador tenía que ejercer de péndulo para equilibrar la fuerza negativa existente. Lo
consiguió claramente además de tener una buena lectura táctica en todo el
partido. Buen planteamiento con
buenos cambios y resultado para la esperanza.
Era una partido para lentificar el ritmo de juego.
Evitar la fogosidad de un contrario que se suele abonar a la presión desmedida
y que se siente ganador en las idas y venidas. Sorprendentemente los rojos utilizaron las armas de su rival
y le vencieron en su propio campo.
Sergi
Barjuan ocupó el terreno de juego poniendo velocidad en las
alas y adelantando bastante la línea de presión. Los futbolistas mallorquines
tenían que conseguir que el balón no quemara y que la posibilidad de
contraataque fuera factible. Durante la primera parte lo consiguieron. Lago Junior por la derecha y Angeliño por la izquierda trenzaron y
llegaron.
Mención especial merece un Moutinho que centró su posición y se convirtió en el eje de la
victoria roja. Asistió, llegó y marcó.
El Sevilla
Atlético se presentó al partido seguro de sus propias posibilidades. Solo
una derrota, ante el Reus y por la mínima, en su feudo le otorgaban vitola de
rival extremadamente peligroso. Solo fue
así cuando el Mallorca le dejó. Se vio superado en muchas fases del partido
y padeció hasta el final.
Una premisa defensiva prevalecía sobre el resto. Neutralizar las bandas giradas era una pura necesidad competitiva. Detener la derecha de Ivi por el perfil izquierdo y anular a Pozo por el otro flanco. Eso o morir. Y se hizo más durante la primera parte que en segundo periodo. Angeliño que mostró virtudes en ataque fue demasiado vulnerable en defensa y este aspecto debe corregirse en las próximas finales que tendrán que jugarse.
Son tres puntos que solo abren una puerta para la esperanza. Toca seguir remando hacia una orilla que todavía está bastante lejos.
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