09 abril 2017

BIENVENIDOS AL INFIERNO


El Mallorca estrenó entrenador en una situación absolutamente terminal. No había ni recorrido ni margen. Ganar o morir. Era un encuentro sin red en el que cualquier cosa podía pasar. Al final hubo sufrimiento, con muy escaso fútbol, y un empate más bien estéril. 

En este tipo de situaciones los mandatos tácticos deben ser mucho más flexibles. El tiempo dedicado al entrenamiento es mínimo y la recuperación mental debe ser el objetivo. Pero siempre es necesario iniciar con bocetos sencillos y de fácil asimilación.

Sergi Barjuan colocó una línea de cuatro zagueros protegiendo la portería con Santamaría. Su línea de presión fue media y a la espera. Demasiado a la espera. Salomao y Moutinho estuvieron demasiado pendientes de los laterales contrarios. Asumieron demasiado trabajo defensivo y ayudaron al Mallorca a caer en un embudo absurdo y casi demencial. 

En los partidos que se juegan sobre la cornisa hay que ser todavía, si cabe, más pulcro en el conocimiento exhaustivo del rival. El Nastic se aposentó sobre sus tres centrales para cerrar el eje y lanzó a sus dos laterales de largo recorrido. Y era aquí, sobre la espalda de Gerard Valentín, dónde se abría un oasis más que interesante. Durante toda la temporada el cincuenta por ciento de los goles encajados en jugada han llegado por ese perfil derecho. 

Los rojos tenían la obligación de aprovechar esa debilidad. Pero por aquí se limitaron a evolucionar sin ser incisivos. ¿Por qué no se lanzaron sobre la espalda del lateral contrario? ¿Fue desconocimiento o incapacidad? 

El Mallorca también tardó demasiado en romper a sus tres medios centros en la medular. Lo hizo sacando a Lekic y juntándolo con Brandon. Escaso fútbol dinámico y solo alguna aportación desde el balón parado. El resultado final fue justo y ajustado al escaso fútbol.  

El resultado no abre ni siquiera una estrecha vía de luz sobre el horizonte. Sigue estando más difícil todavía y la realidad anuncia un futuro negro. 


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