19 marzo 2017

LA ALARMA YA ES INMINENTE

 
Dos trayectorias muy diferentes chocaron en un partido con poca alternancia en el juego. La precaución fue más elevada que el riesgo y así salió un partido insulso. Típico fútbol de Segunda División con una nueva derrota que enciende todas las alarmas. 
Javier Olaizola asumió directrices de fútbol directo con Yuste en el centro del campo. El número veintitrés se colocó entre centrales para iniciar y así lanzar a los laterales. Esta ventaja táctica se hubiera podido aprovechar más. Solo se hizo en cuentagotas. 
Anquela ha conseguido que su equipo haga fortaleza de su debilidad. Riesgo cero en la iniciación con puntos de desequilibrio a partir de tres cuartos de campo. Vadillo, volcánico en ataque pero cándido en defensa, deambuló por el perfil zurdo hasta que se lesionó. Fue un problema menos para controlar pero esto no bastó ni siquiera para empatar. 
La dinámica de Samu Sainz era una amenaza a sujetar. Pocos jugadores de la Segunda División tendrían posibilidades de éxito en categoría superior y el número catorce podría ser uno de ellos. Todas las operaciones ofensivas del Huesca pasaron por su cabeza. Estaba anunciado y el Mallorca lo desactivó con alguna dificultad. 
Sujetar a Borja Lázaro no representaba una misión excesivamente complicada para las características de los centrales mallorquines. Casi siempre fueron desmarques al primer palo y descargas para esperar la colaboración de algún compañero. Aquí Ansotegi, junto con Raíllo, se protegieron. 
Es necesario reflexionar sobre el problema en la finalización. El Mallorca inició el partido con dos delanteros centros y lo terminó con dos futbolistas de características muy diferentes. El gol llegó gracias a un acto de fe de Moutinho. Después del empate el Huesca arriesgó a ganador y los mallorquines regalaron dos ocasiones a su rival. Una fue atajada por Cabrero y la otra significó la derrota. 
Respirar era necesidad y el Mallorca no cumplió con su obligación. Se volvió a perder un partido que no se podía ni empatar. Esta derrota escuece de verdad. Fue en el último minuto y puede dinamitar la confianza de un equipo que está obligado a conseguir su objetivo de mínimos. El fracaso ya es de proporciones enormes pero es imprescindible salvar la categoría que representa la LFP.  

No hay comentarios: