El perdedor
puso las excusas y el ganador se llevó la gloria. El Mallorca rozó el
esperpento contra un rival que demostró mucha más actitud de juego. Esta
competición es singular, diferente y, a la vez, muy atractiva. La Copa dota al
fútbol de emoción y, sobre todo, de un juego diferente. Todo se decide en el
transcurso de uno o dos partidos en dónde perder puede servir para ganar. Pero
este encuentro quedó marcado por la falta de intensidad de uno de los dos
contendientes. El partido se inició de
manera típica. Nadar y guardar la ropa. Pero el Alcorcón dio un volantazo de
hambre y dio el primer paso al frente.
José Luis
Oltra aprovechó para repartir caramelos. Sólo repitieron cuatro pero, aún así,
el once fue de garantía. Aki y Alex fueron por fuera, Alfaro se movió entre
líneas y Geijo firmó referencia. Riverola y Thomas mezclaron en la medular y
estuvieron a la altura de sus compañeros. Es decir, flojos y con falta de
intensidad. Miguel Álvarez hizo lo propio. También refrescó su once. Eso sí,
los suyos se metieron con todo para ganar. Defendieron con solvencia y atacaron
con eficacia para llevarse la eliminatoria. Los amarillos parecieron un equipo
de superior categoría que manejó los tiempos del partido mucho mejor que su
rival.
La solvencia
se gana partido a partido y los futbolistas del Mallorca se ha ganado a pulso
la inseguridad defensiva y las dudas de todo el entorno. Ahora deberán ser
ellos, junto con José Luis Oltra, los que devuelvan la confianza a todo el
mundo.
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