20 septiembre 2011

INSTALADOS EN LA INMEDIATEZ


El Mallorca va a encarar su cuarto partido de Liga con la sensación de jugar el número veinte. Estamos en el inicio del campeonato y ya todo se está magnificando en exceso. Los rojillos, hasta la fecha, han mostrado manchas pero también algunas luces y criminalizar el cien por cien de su juego es algo injusto. En el desarrollo de los partidos sólo se han encajado dos goles y cierta sensación de solidez defensiva se está consiguiendo. El cuadrado formado por centrales y pivotes no otorga demasiadas facilidades al contrario. Eso sí, la sombra del balón parado debe corregirse de inmediato. Los dos goles encajados y la sensación de debilidad hacen acto de presencia en demasiadas ocasiones; la estrategia debe sellarse.
En fase ofensiva todo es relativo, menos el gol. Los ataques del Mallorca no están siendo del todo planos pero éstos no terminan de materializarse. El problema está en la eficacia y aquí los mallorquines están realmente negados. Señalar con el dedo a Hemed es injusto puesto que la segunda línea del ataque tampoco colabora con eficacia. Cargar culpas y excluir culpables es tan sencillo como inútil.
Sólo tres jornadas de competición y en circunstancias normales la unidad, de cuerpo técnico y directiva, debería ayudar y no frenar la recuperación.
El Mallorca se ha instalado en una inmediatez, por el resultado y el gol, que no conviene absolutamente a nadie.
Y con todas estas sensaciones de urgencia llega un partido muy similar al del Málaga. Vuelve a tocar jugar contra en rival técnicamente superior y tácticamente aseado. El Villareal gusta del trato exquisito del esférico buscando situaciones de superioridad por dentro para asesinarte con sus dos delanteros. Nilmar y Rossi se entienden a la perfección, su sincronización en los desmarques es dañina y muchas veces incontrolable. La pared táctica es su arma arrojadiza y su pólvora es de alta combustión. Los amarillos no negocian con el esférico, ellos lo dominan como principio casi obsesivo. Por dentro jugadores como Borja, Bruno y, ahora, Jonathan De Guzmán convierten sus posesiones en peligrosas.
El Mallorca estará obligado a fortificar su medular. Minar con buena y generosa presión el centro del campo será una de las claves de la victoria. Los mallorquines deben mejorar dos aspectos con mucha más clarividencia; más agresividad defensiva y mayor inteligencia en los contraataques. No se trata de correr más y sí de hacerlo mejor. Además el Villareal también ha empezado con dudas. Sólo un empate en tres partidos y su contundente derrota ante el Bayern de Munich, en Champions League, obligan y presionan. Jugar con ese estrés e intentar acrecentarlo será tarea rojilla.
No hay tiempo ni para las lamentaciones ni para el recuerdo. Toca jugar y hay que hacerlo en casa del enemigo.

17 septiembre 2011

LA OBSESIÓN POR EL GOL


Estamos en el inicio de la competición pero los problemas, en muchos equipos, ya empiezan a despuntar. Antes de empezar a competir, el debate del gol, ya se instaló en las fauces de la plantilla rojilla y un gol en dos partidos sigue alimentando la controversia. En esta cuestión hay que asumir que desde el banquillo no se puede marcar un gol o detener un penalti, pero sí que se pueden incrementar los fundamentos del juego. Y aquí es donde tendrá que dar un plus de rendimiento el entrenador del Mallorca. La plantilla está cerrada y con estos mimbres habrá que marcar goles y ganar partidos. Partiendo de este punto, y olvidando la futura incorporación de Ogunjimi, se hace necesario incrementar las llegadas para así tener más posibilidades de eficacia.
Y hacerlo contra el próximo rival tendrá un punto de complejidad extra, el talento del Málaga está fuera de cualquier duda. El equipo andaluz cuenta con excelentes individualidades defensivas y ofensivas. La pareja de centrales formada por Demichelis y Mathijsen otorga seguridad y pocas fisuras, los desdoblamientos defensivos de Toulalan ocupan mucho campo y los interiores son de mucho fuste. Joaquín y Cazorla se mueven, por fuera y por dentro, para así ayudar a conservar el esférico. A todo esto, que no es poco, hay que añadir la experiencia de Van Nistelrooy y la llegada con fuerza de Julio Baptista. El regreso de este futbolista siempre es una variable que los centrales mallorquines tendrán que controlar. Además un especialista a balón parado como Duda, que jugó desde una posición más centrada ante el Granada, puede ayudar a desencallar el partido.
Con todas estas posibilidades individuales Pellegrini está intentando formar un bloque compacto que le de buenos resultados. En estos momentos el Málaga está en periodo de construcción y comete errores típicos de la falta de acoplamiento. El ataque siempre es más difícil de entrenar, y necesita más tiempo, que la fase defensiva. Y precisamente aquí es donde el Mallorca tiene que buscar su ventaja táctica y ahogar a su rival buscando un error en zona de riesgo. Los andaluces están trabajando y sincronizando sus movimientos de ataque y todavía tienen lagunas que pueden convertirles en vulnerables. Acertar en la presión y llevar certeros contraataques sobre la espalda de los centrales puede dañarles bastante.
En cualquier caso estamos ante un rival de alto potencial destructivo y que medirá todas las carencias rojillas. El partido ya es suficientemente complicado como para estar sólo pendiente del gol. Si los rojillos no se aplican al máximo en todas las tareas de recuperación la derrota puede estar garantizada.

11 septiembre 2011

TRES PUNTOS DE SUTURA


En esta Liga tan competitiva se hace necesario manifestar pocas o nulas fisuras hacia el exterior. La igualdad, en la lucha por la permanencia, será tan alta que cualquier debilidad interna puede ayudar a desequilibrar la balanza. Y un pulso público, entre propietario y entrenador, puede tener resultados catastróficos para la entidad. Enviar un mensaje de división a la afición, escasa y maltratada por todo lo acontecido en los últimos años, es otro agujero en la línea de flotación. En cualquier caso las decisiones ya están tomadas y esta plantilla, guste o disguste, tendrá que asumir treinta y siete finales más con un objetivo diáfano, mantener la Primera división.
Remar todos hacia la misma dirección y con el convencimiento absoluto de ser autosuficientes es imprescindible. Si el entrenador considera que su plantilla no está capacitada para lograr el objetivo, debe marcharse. Si la propiedad no tiene confianza en su líder, debe cesarlo. Estas situaciones se arreglan o se rompen, pero no se esconden. En fútbol, con un equipo del perfil que tiene el Mallorca, las tres derrotas consecutivas acaban llegando y justo en ese instante la unidad siempre ayuda a encontrar el camino de la victoria.
Asociar las culpas de los malos resultados, al banquillo o al palco, sería tan absurdo como inútil. Esto es un club de fútbol que precisa y necesita máxima unidad en todos sus estamentos, dividir esfuerzos es dividir posibilidades de éxito.
Y con todo esto en el maletero, además de alguna baja importante, se tendrá que afrontar la batalla de Sevilla. El Betis, dispuesto a meter todas las dificultades posibles, será el encargado de testar las posibilidades rojillas. Los de Pepe Mel saldaron su primer partido con victoria y querrán, con el paraguas de su fiel afición, sumar seis de seis. Tácticamente el técnico madrileño combina despliegue y repliegue, esto convierte su presión en asfixiante pero a la vez equilibrada. La sensación de presión generalizada en campo contrario se diluye cuando ésta es superada, después aparecen repliegues rápidos e inteligentes. La combinación y la sincronización de estos dos aspectos defensivos le convierten en un rival muy peligroso. La pareja formada por Iriney y Beñat otorga un centro del campo que mezcla trabajo con gotas de calidad. El desequilibro de Jorge Molina, que tendrá que mostrar su capacidad en Primera división, y la envergadura de Roque Santa Cruz serán aspectos a neutralizar.
En definitiva llegan los partidos, los puntos y el fútbol. Conviene no olvidar que lo más importante siempre pasa cerca del terreno de juego, lo demás acaba siendo sólo ruido.