Llegó el final y con él
sabremos si el Mallorca jugará, la próxima temporada, entre la élite o caerá al
infierno de la Segunda División. Muchos errores han llevado a los rojos a una
situación límite y realmente complicada. Demasiados jugadores han rendido por
debajo de sus posibilidades. Ellos, sin
ser los únicos, son los principales culpables del rendimiento global. Equipos
de menor tronío han conquistado la permanencia de forma contundente. En el
banquillo también han aparecido más fallos que aciertos. Joaquin Caparrós no supo,
durante todo el tiempo que estuvo, encontrar el hermetismo defensivo. La
llegada de Gregorio Manzano tampoco ha supuesto un cambio radical en el
rendimiento. Los escasos resultados cosechados no han bastado para llegar a la
última jornada estando mejor colocados. La permeabilidad defensiva ha perdurado
y la irregularidad nunca abandonó al conjunto mallorquinista.
Ahora, en el último partido
del campeonato, toca sumar tres puntos y esperar que hasta tres rivales no ganen sus
partidos.
La situación está realmente comprometida pero, en fútbol, siempre hay espacio
para lo imposible. La temporada 2004/05 el West Bromwich Albion, en la Premier
League, estaba en una situación similar y lo consiguió. Eso sí, él no falló.
Para estar pendientes
de los otros tres resultados será imprescindible ganar al Valladolid. En frente
habrá un equipo que sí ha cumplido con su objetivo. Los de Pucela, con una
plantilla no superior a la del Mallorca, llegarán a Son Moix con todo su
trabajo liquidado.
Será una noche definitiva
llena de alegría o pena. No habrá término medio. Ha llegado el momento de pagar
el peaje a todas las decisiones que se han tomado durante la temporada. Ya
después del partido llegará el momento de asumir el resultado final. Todas las personas que han tomado decisiones
deberán aceptar, con naturalidad y transparencia, su cota de responsabilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario