El Mallorca
he recorrido una temporada negra; casi nefasta. Sólo la permanencia,
conquistada en la última jornada, ni puede ni debe esconder un fracaso
mayúsculo. El partido tenía rango de final absoluta sin margen para el error.
Con todos los ases sobre el tapete no quedaba espacio para la especulación y
los mallorquines debían jugar a ganador. Y sólo pudieron empatar gracias a un
buen partido de Dudu Aouate. El Mallorca saltó al Arcángel sabiendo que la
victoria le daba la permanencia y, al menos, el compromiso se daba por asumido.
El partido fue de idas y venidas. Casi imposible hacerse con el control del
partido por parte de ninguno de los dos equipos. Pero el Mallorca tuvo, sólo
durante los primeros cuarenta y cinco minutos, mejor fútbol y alguna clara ocasión
de gol.
Inicialmente
Javier Olaizola y Pep Alomar decidieron su once apostando a la experiencia.
Aouate volvió a situarse bajo palos y terminó siendo el mejor futbolista rojo.
Los centrales designados fueron Bigas y Agus que supieron detener el juego de
la media punta Uli Dávila. En el centro del campo repitió Pep Lluis Martí que
volvió a tirar de galones para poner su experiencia al servicio del conjunto.
Alfaro fue por dentro mientras Brandon y Alex Moreno se repartieron el juego
exterior. Hemed, centrado y con la ayuda de Alfaro, condicionó a los centrales
contrarios jugando un partido más que decente.
Albert Ferrer
se la jugó con la alineación esperada. Gunino y Pinillos, laterales ofensivos,
también muestran flaquezas defensivas y aquí el Mallorca debía apostar a
ganador. Fran Cruz y Iago Bouzón fueron el eje pero estuvieron expuestos. Pero
su jugador clave, durante este partido y toda la temporada, llevaba el número
veintitrés. Abel Gómez montó su hábitat natural en el centro del campo y desde
allí, sobre todo en estrategia, lanzó acciones de cierto peligro.
Ya durante la
segunda parte el Mallorca se vio totalmente incapaz de sumar los tres puntos y
terminó diluyéndose en un fútbol conformista y peligroso. Al final los
resultados acompañaron y el año que viene se volverá a jugar en Segunda
División. A partir de ahora muchas cosas deberán cambiar y la escoba, para
limpiar lastres que restan más que suman, es totalmente imprescindible.
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