El fútbol es una droga que se mete en la sangre, recorre todo tu cuerpo para llegar al cerebro y una vez allí te deja sin aliento. Esta temporada nos espera un final de curso apasionante en donde encontraremos campeones de liga, de copa y un equipo inmortal que conseguirá la Champions League.
Pero este fin de semana me he detenido viendo y recordando un fútbol mucho más cercano, modesto y real. La formación es fundamental y ver a los más pequeños disfrutando de un balón, en su cuatro contra cuatro dentro de un espacio reducido, y con reglas propias me iluminó de nuevo los ojos.
Las reglas fueron claras, sencillas y directas. Los equipos igualados y el espacio escogido fue el adecuado. Objetivos tácticos como pared, apoyos, vigilancias y desmarques brillaron por su presencia. La técnica estuvo presente en toda la sesión en donde predominó el pase, el control, la conducción, el REGATE y el tiro. Y todo ello lo hicieron sin árbitro y sin ningún entrenador que molestara y ni entorpeciera el ejercicio. Fue el entrenamiento perfecto
P.D. El fútbol es grande porque la final de la Copa de Europa se juega con las mismas reglas y posibilidades que el partido de solteros y casados de cualquier barrio.
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