Cada vez que
veo un partido de Segunda División me alejo de la tesis de categoría floja y
sencilla para cualquiera. Los de arriba, jugando diferentes estilos, son
eficaces planteando más que correctamente sus partidos. Esta competición no es tan
poca cosa. Aquí también se juega bien al fútbol. Eso sí, es igualada y
terriblemente competitiva. Buenos futbolistas, interesantes estrategas y
nítidos finalizadores. Deportivo, Las Palmas, Recreativo, Sporting, Eibar,
Tenerife, algunas gotas del Lugo y aspectos individuales de otros tantos
manifiestan, jugando de manera diferente, buen fútbol. Barcelona B y Real
Madrid Castilla cuentan con talento e ilusión.
Pero también,
indiscutiblemente, hay espacio para la mediocridad. Y aquí el Mallorca repunta
en primera persona. Los rojos no han sabido adaptarse a la categoría y su fútbol
les ha colocado en la posición que, de momento, se están mereciendo. Adivinar el
futuro, como casi siempre en fútbol, es quimérico. En cualquier caso las ocho
jornadas que restan dictarán su sentencia. Sólo los que no consigan su objetivo
buscarán excusa y su afición, muy probablemente y con buen criterio, no les creerá.
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