La tendencia
de derrotas estaba siendo una condena terrible. Romperlo de alguna manera era
cuestión de supervivencia. Y se hizo sólo con la fortuna por bandera. El
Mallorca se encontró con el gol de Alfaro y el partido se puso claramente de
cara. Empezar mejor es casi imposible. Y no se supo aprovechar, más bien todo
lo contrario. Se perdió durante casi todo el partido el control del juego y ya
no es sólo una cuestión de puntería ofensiva. Hubo más errores. Se replegó en
exceso y se consiguió poner en duda un empate que hubiera podido escaparse de
manera más que justa.
Lluís
Carreras modificó jugadores pero no tocó prácticamente nada de su organización.
Kevin entró en el lateral izquierdo, Ximo se desplazó al otro lateral y el eje
de la zaga quedo sobre Agus y Bigas. Hubo repliegue y cierre de espacios cerca
del área propia. Iriney y Thomas, que sufrió una entrada muy dura y merecedora
de roja, se volvieron a juntar en el doble pivote. También tuvieron muchos
movimientos de retroceso y poca supervivencia ofensiva. Seis jugadores por
detrás del balón defendiendo, sin prácticamente más opción, fueron un verdadero
suplicio lleno de sufrimiento. Por delante N'Sue y Alex Moreno fueron por fuera
mientras fue Alfaro el que volvió a encontrarse realmente cómodo en una
posición mucho más centrada. Alejarlo de la media punta significa alejarlo del
gol.
Por su parte
Juan Antonio Anquela tuvo que arreglar su alienación. Su plan estratégico fue
tan transparente como inteligente. Metió
velocidad en las posiciones intermedias para amenazar el punto más débil del
Mallorca; la línea de cobertura. Ya desde atrás Juanma, el alma de sus línea de
cobertura, fue papel secante de toda su línea. Además el Numancia decidió mover
a su cerebro al doble pivote. Desde allí, Julio Álvarez, inició los ataques
otorgando una limpia salida del esférico. El número diez funciona mejor con
espaldas cubiertas y posición más avanzada. Y desde una posición más retrasada
pierda eficacia, eficiencia y peligrosidad. Aún así fue el lanzador, en forma
de especialista consumado, de toda la estrategia.
Ahora el próximo
partido ya tendrá rango de vital. El margen es mínimo y la importancia capital.
Esconder el mal juego no será la solución y jugar con más inteligencia y
solvencia táctica es una cuestión de mera supervivencia competitiva
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