Después de tres años iniciando con mal pie la competición
se esperaba un giro de tuerca. Algo diferente a las derrotas de temporadas
anteriores. El Mallorca volvió a perder y fue fruto de demasiados cambios
durante el transcurso del partido. El juego fue errático, sin fluidez y carente
de equilibrio.
Los mallorquines saltaron al césped dispuestos a liquidar
al adversario por la vía rápida. Pero poco a poco se fueron ofuscando y
oscureciendo. Contar con muchas posibilidades tácticas obliga a elegir
y acertar. Pero al final el objetivo siempre es el mismo. Ganar. Variar tanto
como hizo el Mallorca no es positivo. Todo lo contrario. La continuidad ayuda a crecer y los mallorquines cambiaron demasiado. Fernando Vázquez se exigió un buen inicio de campeonato. Y sus deseos no se pudieron cumplir. Muchas preguntas cernían sobre las decisiones del entrenador de gallego. Las repuestas se fueron mostrando poco a poco.
Una línea de tres defensores liderada por Yuste, en el eje, inició el partido. Tuvo cierto control aunque padeció dos contraataques que fueron abortados por el portero. La zona ancha del terreno de juego fue para Juan Domínguez y Juan Rodríguez. Ambos sobaron en exceso el balón y lentificaron los ataques convirtiéndolos en previsibles y fáciles de suturar.
El Mallorca tocó su sistema de juego y pasó a una línea de cuatro defensores. Pero no tuvo el equilibrio deseado. Demasiados futbolistas, jugando en diferentes posiciones, y con diferentes sistemas terminaron por cavar la derrota roja.
Lekic saltó al terreno de juego y no vio ningún balón sobre su mejor virtud. Su juego aéreo fue obviado y el rival no tuvo excesivos problemas para sujetarlo.
El Reus colocó su tapón particular en la zona de medios.
Hasta tres futbolistas para cerrar el fútbol de elaboración del contrario.
Albistegui se vio perjudicado por la expulsión de Miguel García y fue
sacrificado. Los de Natxo González tuvieron la regularidad deseada y supieron
esperar su oportunidad.
Chrisantus enarboló la bandera de la amenaza. El
delantero nigeriano trabajó a destajo y desgastó a la pareja de centrales
mallorquines. Los catalanes fueron mucho más regulares y, sobre todo,
estuvieron más equilibrados. El entrenador rival refrescó su línea de
contraataque y acertó en prácticamente todas sus decisiones.
Fernando Vázquez tiene mucho trabajo por delante. Ahora debe reflexionar
sobre sus decisiones y fijar su propuesta de juego.
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