Redimirse, después del varapalo inicial, era bastante
necesario. Los titubeos tácticos del primer partido de Liga obligaban a mostrar
mucho más equilibrio y eficacia competitiva. Y aquí el Mallorca dio un paso
hacia delante y mejoró algo su juego.
El sistema por sí solo no significa prácticamente nada.
Son los jugadores, con sus movimientos, los que otorgan equilibrio o anarquía.
Pero la posición de partida, con transiciones y soluciones a los movimientos,
sí que la marca el entrenador.
Fernando Vázquez dibujó una línea de cuatro zagueros que
estuvo más diligente. Company y Oriol debían limpiar y ganar su radio de acción
en los laterales. No tuvieron su mejor partido. Los dos laterales sufrieron y
padecieron el juego de sus respectivos adversarios.
Álvaro Cervera, consciente
de su fortaleza, colocó a Álvaro y Salvi sobre su juego exterior y apuntaló con
Ortuño su línea de vanguardia. Los rojos sujetaron a medias y mostraron cierta dificultad en su
parcela defensiva. El rival con una mínima posesión de balón generó peligro de
gol.
La batalla por el esférico en el centro del campo no tuvo
una importancia capital. Así mismo los rojos metieron tres por dentro y los
amarillos no igualaron las fuerzas. El partido estaba en las transiciones y
aquí hubo cierta alternancia.
El Cádiz había mostrado alguna debilidad en estrategia
defensiva. Contra el Almería, así como en su partido amistoso entre semana,
encajó gol desde en este tipo de jugada. Álvaro Cervera modificó su sistema
defensivo y mejoró sus prestaciones. El Mallorca no creo el peligro deseado en
este tipo de acciones.
La variación de Juan Rodríguez por la derecha fue un
acierto. Otorgó pase, profundidad y de manera casi accidental participó en el
gol. Al final se rascó un empate que debe considerarse justo. El Mallorca tiene
que seguir creciendo por el camino del equilibrio. Esta categoría tiene una
igualdad exagerada y buscar un riesgo excesivo parece demasiado
arriesgado.
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