25 abril 2016

DERROTADOS DESDE LA MEDULAR


Cuando un equipo plantea un partido con intención de contraatacar es imprescindible defender bien. Pero también es necesario ser preciso. Asegurar el primer pase después de la recuperación es esencial. Y el Mallorca falló, durante demasiados minutos, en ser eficaz defensivamente y transitar correctamente. 
Fernando Vázquez tiró de su manual y no sorprendió. Repliegue, para ganar fortaleza cerca del área propia, con intención de contraataque hacia la portería defendida por el portero zurdo José Juan. Pero se olvidó, por completo, de la medular. Y aquí presentó sus credenciales a la derrota. 
El ganador, de la batalla por la conservación del balón, estaba anunciado. El Lugo cimenta su juego de ataque sobre elaboraciones trenzadas. Sí, es su estilo. Carlos Pita, junto con Seoane, masticaron el juego de engaño para encontrar espacio para la profundidad.
Sissoko y Damià debían entorpecer el juego de posesión del adversario. No pudieron hacerlo. El número cinco fue un mariscal que campo a sus anchas. Fue así hasta el final. Incluso se permitió el lujo de desplegar y llegar hasta el borde del área de meta. El último gol del partido llegó desde una combinación entre los dos medios centros.
La baja de Caballero cambió irremediablemente el partido. No fue ni más sencillo ni más complicado. Fue diferente. Las características del delantero argentino son completamente antagónicas a las de sus compañeros y esto afectó al marcaje de los centrales del Mallorca.

Tanto Company como Aveldaño tuvieron una fortaleza relativa. Entre los dos sellaron el eje pero no pudieron contener las llegadas desde las otras líneas. Sujetaron al delantero centro pero tuvieron problemas con la participación de otros futbolistas. 

Una mención especial merece Ortuño. Desde la distancia y sin contar con toda la información parece que la exigencia hacia su juego es superior a la del resto. El número nueve no jugó peor que sus compañeros. De hecho hasta lo hizo mejor. Su posición es de jerarquía y su dinámica merece confianza. La capacidad que tiene para fijar, desbordar y participar en el juego de ataque debe ser utilizada y aprovechada.
Al final el Mallorca cayó víctima de sus propios errores. Regaló espacio y tiempo a uno de los mejores medios centros de la categoría y lo pagó con una derrota que puede considerarse justa y ajustada al juego. 

18 abril 2016

FUE UN EMPATE JUSTO


A estas alturas de la temporada dos derrotas consecutivas son amenaza de crisis. Después del percance en Zaragoza no había más solución que puntuar y, a ser posible, con victoria. Solo pudo ser un empate que debe considerarse justo. 
El partido tuvo una presencia táctica interesante. Fernando Vázquez jugó con Aveldaño y Kasim de centrales mientras su adversario le metió velocidad y astucia en el eje de su ataque. La intención de Nino y Berenguer fue la de amenazar en ruptura. Al final hubo una parte para cada equipo pero ninguno de los dos se mereció ganar los tres puntos en litigio. 

Osasuna llevaba tres partidos seguidos empatando a cero. Con el objetivo de ascenso en el horizonte precisaba mejorar indiscutiblemente sus guarismos. Enrique Martín ha utilizado diferentes sistemas de juego y, para esta ocasión, volvió a su clásica apuesta de tres centrales. David García, Tano y Miguel Flaño cerraron el eje de la defensa. Ya durante el segundo periodo Osasuna cambió el sistema y el Mallorca se atragantó.  
Últimamente el Mallorca ha mostrado dificultad ante defensas de tres centrales. Una asignatura pendiente era no retrasar en exceso a los medios de banda y elegir muy bien el talento. Y aquí el entrenador gallego eligió a Salomao con Arana.

Ambos no retrasaron en exceso su posición y ayudaron a mejorar las prestaciones. Curiosamente se jugó mejor contra la defensa de cinco que con el cambio táctico de la segunda parte. 

Con la zurda de Mikel Merino fuera de combate el Mallorca debía jugar sus cartas con inteligencia. Meter presión y neutralizar las carreras de despliegue de los centrocampistas contrarios debía ser material sensible. Damià y Sissoko jugaron por dentro y tuvieron mayor jerarquía en los primeros cuarenta y cinco minutos. Después, contra Oier y Roberto Torres, tuvieron muchas más dificultad. 

La batalla entre marcaje y desmarque, con Aveldaño y Urko Vera, se produjo ya en la segunda parte. La victoria de este duelo individual fue claramente para el defensa argentino. 
El Mallorca tuvo alguna oportunidad final que hubiera podido decantar el partido. No fue así. El empate final explica aquello que sucedió durante el encuentro. A partir de ahora toca seguir sumando y conviene hacerlo rápido. 

11 abril 2016

DESPLAZADOS POR UN MINUTO


Los arbitrajes no marcan la tendencia de todo un curso liguero. Además se suele recordar el error que perjudica y olvidar la decisión que beneficia. En cualquier caso lo peor que se le puede aplicar a un árbitro es la diferencia de criterio durante un partido. Y precisamente esto es lo que le tocó sufrir al Mallorca. El rasero en tarjetas fue diferente y perjudicó a los visitantes. 

Fernando Vázquez tenía que elegir entre poblar el centro del campo, con sus tres medios, o acompañar al delantero centro con la velocidad de Colunga. Optó por lo segundo y ganó, durante muchos minutos, cierto control de partido. 

Los mallorquines tuvieron dos preceptos sobre los que asentaron su inicio de partido. Repliegue casi intensivo, o normal, con salida de balón asegurada y trenzada.  

El gol de Arana mostró el plan rojo. Desde una posición retrasada se buscó asegurar con pases cortos para alternar con uno largo y sorprender. Así Sissoko habilitó a Company y, éste, al autor del único gol mallorquín. 

El Zaragoza se presentó al choque con la necesidad imperiosa de mejorar sus registros anotadores. Dos goles a favor en los últimos cinco partidos necesariamente condenan a cualquier equipo que pretenda conquistar la Primera División. 

El Mallorca escogió con delicadeza su zona de presión. Dejó que su adversario pasara la línea de tres cuartos y allí metió intensidad. Otros equipos de Segunda División optaron por esta estrategia de combate y consiguieron derrotar a los aragoneses. 

Lluís Carreras asumió cierto riesgo sobre su elaboración de juego y el Mallorca trabajó para poder lanzar contraataques ganadores. Los mallorquines tenían el partido bajo su control táctico pero erraron regalando faltas laterales a su adversario. Lanzarote, con su zurda, avisó de su talento en varias ocasiones y colocó los dos balones de gol en sendas acciones estratégicas. 

La segunda parte tuvo un plan similar pero con un minuto de condena injusta. La expulsión más que exagerada de Aveldaño, la lesión de Company y el gol encajado fueron una losa. 

Aun así el Mallorca apeló a la heroicidad y pudo haber empatado en las postrimerías del encuentro. Objetivamente hubiera sido el resultado más justo. Los futbolistas de Fernando Vázquez jamás se merecieron perder un partido que finalmente tuvo un castigo excesivo.  


03 abril 2016

SE ADAPTARON Y VENCIERON CON AUTORIDAD


Esta victoria tiene un mérito que merece reconocimiento. Tumbar al líder nunca es sencillo y el Mallorca lo hizo aprovechando muchas circunstancias. Algunas propias y otras ajenas. Nadie había conseguido superar al Leganés por más de un gol y el conjunto mallorquín lo consiguió. 

Pero conviene no olvidar que la realidad de la competición y el puntaje no son casualidad. El Leganés es líder por méritos propios mientras que el Mallorca está metido en el barro de la salvación. 
Desde la perspectiva de la realidad había que afrontar un partido lleno de dificultad. Las cinco derrotas del rival, todas ellas por la mínima, explican la fortaleza de un conjunto que funciona pero que, después de encajar el primer gol, se disparó un tiro en el pie. 

El Leganés ha tenido, durante toda la competición, una estructura de equipo claramente superior a la de los mallorquines. Ningún equipo de la categoría ha encajado menos goles y su armazón ha sido sinónimo de una fortaleza táctica que claramente perdió en este encuentro.
Para superar al líder de la categoría Fernando Vázquez fue con sus típicas cartas de juego. Calcó su centro del campo y dejó que el juego ofensivo fluyera por inspiración propia. Llegó la lesión de Campabadal y se retocó, por obligación, el sistema de juego. Yuste se colocó de central, Company de lateral y Colunga se movió sobre la media punta. 

Neutralizar la conexión entre el portero y el delantero centro no era una cuestión menor. Serantes cuenta con una derecha muy hábil para el pase largo. El ataque directo cuenta con numerosas interpretaciones y aquí los pases de centrales o laterales debían neutralizarse en origen o en destino. Se hizo más cerca de la portería propia que de la ajena. Y se consiguió una mayor eficacia durante la segunda parte ya que se interpretó mucho mejor el juego tanto ofensivo como defensivo. 
Ortuño debía romper la jerarquía de los tres centrales contrarios. Contar con la ayuda de otros futbolistas era imprescindible. Parecía que el cambio de Colunga podría beneficiar las posibilidades ofensivas del equipo. Fue claramente así. Hubo más llegada y muchas más posibilidades de éxito. Al final el Mallorca sumó una victoria que apuntala el objetivo de la permanencia.