El fútbol, en ocasiones, es adaptación. El Mallorca, para
este encuentro, tenía que bajar al juego de colisión y, sobre todo, luchar con
rigor táctico. Y lo hizo con una eficacia exquisita. El rival no engañó y sacó
su arsenal de juego trabado. Llenar el campo de repliegue intensivo, trabajo
defensivo exhaustivo y contras llenas de veneno fueron la propuesta local. La
Unió Deportiva Llagostera no se salió de su propio guión de juego aunque tocó
su alienación. Santi Castilejo metió tiza en campo propio y se atrincheró
esperando su oportunidad. Diego Rivas y Tito, sorprendió la suplencia de Jordi
López, se enrocaron. Su labor en la medular estaba anunciada. Y así se cumplió.
Incluso los dos delanteros, David Querol y Sergio León, se implicaron en tareas
de desgaste defensivo.
Cuando un rival juega este tipo de cartas es vital
vigilar con mucha atención. Las evoluciones, en ataque, deben estar acompañadas
de rápidos cambios de rol. Es decir, pasar de vigilar a marcar de forma
inmediata después de la pérdida del esférico. El Mallorca así lo hizo. Su
puesta en escena fue aceptable y, lo más importante, contó con eficacia. La propuesta de Valeri Karpin fue colocar a su pareja de centrales de mayor jerarquía. Bigas y Kasim para sellar el eje. Sus evoluciones fueron más que correctas pero el número treinta y cinco debe aplicarse más con balón. Y en la segunda parte así lo hizo. Arriesgar con tan poco a ganar es tan absurdo como inútil.
En el centro del campo la baja de Pep Lluís Martí obligó.
Y allí se juntaron Joao y Bustos para intentar neutralizar el trabajo abnegado
de los medios centros contrarios. Lo consiguieron y además Joao se desdobló en
bastantes ocasiones sobre la posición de Gulan.
Ya en las posiciones de medias puntas Pereira y Markovic
fueron por fuera para dar tiempo espacio a la gran esperanza roja. Marco
Asensio no tuvo un partido sencillos volvió a brillar. Sus características se
pusieron a prueba. Campo más estrecho, por tanto menos tiempo y espacio de
ejecución, con marcajes altamente expeditivos. El resultado fue un partido con
gotas llenas de intensa calidad. Su luz es un faro que ilumina todo el ataque
rojo. El Mallorca se ha estabilizado con dos triunfos consecutivos. Ahora toca seguir creciendo y acumular más
puntos.
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