El Racing
representaba mayor dificultad que la mostrada por la clasificación. Únicamente
había perdido un partido de sus últimos siete enfrentamientos y la consistencia
como equipo era, antes de la batalla, una evidencia. Además, para los
mallorquines, conseguir cinco victorias consecutivas representaba un Everest
difícil de conquistar. Y se consiguió gracias a a la magia del veintisiete
junto a la sobriedad del eje defensivo.
Valeri Karpin
optó por cambiar lo justo. Pau Cendrós volvió al lateral derecho y tenía, a
priori, un trabajo de vital importancia. La banda izquierda cántabra, con aval
de profundidad, debía ser sujetada. Iñaki,
junto con las llegadas de tercera línea de Saúl, debía estar bajo
control. Y lo consiguió claramente. Sólo un error en todo el partido, que fue
solventado por Kasim, le hizo firmar un buen partido.
En el centro
del campo los rojos juegan a enrocar y volvieron a conseguirlo. Joao y Bustos
trenzaron, con dificultad, pero dificultaron mucho la labor de posesión del
contrario. Estuvieron mejor durante los primeros cuarenta y cinco minutos y la
segunda parte se retrasaron en exceso.
Gulan tuvo
que lidiar con la joya de la corona del rival. David Concha era el jugador
diferente de los cántabros y su posición, pegado a la banda derecha, podía ser
alternativa de victoria. No lo fue. Por fuera tanto Arana como Pereira
estuvieron colaboradores con sus laterales y algo deslavazados en ataque.
Scepovic volvió a demostrar eficacia. Consiguió el gol y dentro del área volvió
a enseñar sus formas de killer.
Marco Asensio
merece una mención aparte. Se movió entre líneas y descentró, por completo, a
Fede y Javi Soria. Su capacidad para desequilibrar ya es absoluta. Comanda con
absoluta jerarquía todo el ataque rojo y nadie osa discutir su capacidad. Cada
vez que desaparece la opción del ataque mallorquín se esfuma y esto es un
peligro latente.
Por su parte
Paco Fernández no tocó su estilo. Los espacios a la contra son su predilección
y la velocidad, de su delantero centro, la amenaza. Koné debía examinar a los
centrales mallorquines. Y para neutralizar sus contraataques era imprescindible
vigilar a la perfección. La posición de Kasim y Pedro Bigas, en ataque, debía
moverse en función del jugador de Costa de Marfil. Pasar de vigilar a marcar
fue la clave defensiva de un equipo que sumó su quinta victoria
consecutiva.
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