10 noviembre 2014

EL PASO YA ES FIRME



El Racing representaba mayor dificultad que la mostrada por la clasificación. Únicamente había perdido un partido de sus últimos siete enfrentamientos y la consistencia como equipo era, antes de la batalla, una evidencia. Además, para los mallorquines, conseguir cinco victorias consecutivas representaba un Everest difícil de conquistar. Y se consiguió gracias a a la magia del veintisiete junto a la sobriedad del eje defensivo. 
Valeri Karpin optó por cambiar lo justo. Pau Cendrós volvió al lateral derecho y tenía, a priori, un trabajo de vital importancia. La banda izquierda cántabra, con aval de profundidad, debía ser sujetada. Iñaki,  junto con las llegadas de tercera línea de Saúl, debía estar bajo control. Y lo consiguió claramente. Sólo un error en todo el partido, que fue solventado por Kasim, le hizo firmar un buen partido. 
En el centro del campo los rojos juegan a enrocar y volvieron a conseguirlo. Joao y Bustos trenzaron, con dificultad, pero dificultaron mucho la labor de posesión del contrario. Estuvieron mejor durante los primeros cuarenta y cinco minutos y la segunda parte se retrasaron en exceso. 
Gulan tuvo que lidiar con la joya de la corona del rival. David Concha era el jugador diferente de los cántabros y su posición, pegado a la banda derecha, podía ser alternativa de victoria. No lo fue. Por fuera tanto Arana como Pereira estuvieron colaboradores con sus laterales y algo deslavazados en ataque. Scepovic volvió a demostrar eficacia. Consiguió el gol y dentro del área volvió a enseñar sus formas de killer. 
Marco Asensio merece una mención aparte. Se movió entre líneas y descentró, por completo, a Fede y Javi Soria. Su capacidad para desequilibrar ya es absoluta. Comanda con absoluta jerarquía todo el ataque rojo y nadie osa discutir su capacidad. Cada vez que desaparece la opción del ataque mallorquín se esfuma y esto es un peligro latente. 
Por su parte Paco Fernández no tocó su estilo. Los espacios a la contra son su predilección y la velocidad, de su delantero centro, la amenaza. Koné debía examinar a los centrales mallorquines. Y para neutralizar sus contraataques era imprescindible vigilar a la perfección. La posición de Kasim y Pedro Bigas, en ataque, debía moverse en función del jugador de Costa de Marfil. Pasar de vigilar a marcar fue la clave defensiva de un equipo que sumó su quinta victoria consecutiva. 

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