16 noviembre 2014

UN PARTIDO LLENO DE TIZA



Fue un partido muy intenso y, sobre todo, con mucha tiza. Hubo tanto juego subterráneo que el fútbol real brilló por ausencia. El rival metió presión alta y llenó el encuentro de faltas llenas de intención destructiva. Ya durante los primeros cuarenta y cinco minutos las jugadas al límite fueron una constante que el árbitro no supo atajar. Y lo peor es que todo se fue incrementando, por culpa del mal arbitraje, hasta el final del partido.

El Mallorca tuvo que batallar sin su mejor futbolista y cualquier equipo del mundo, por poderoso que sea, puede notar tal ausencia. Y, por supuesto, se echó en falta el talento de la zurda que ha devuelto la fe al mallorquinismo. Sin él, lógicamente, el ataque fue más complicado.

El equipo no pudo escalar su sexta victoria consecutiva y acabó tirando ataques demasiado primitivos y directos. Mucho trabajo colectivo y poca esencia. Valeri Karpin optó por calcar alineación y centrar a Fofo en la media punta. Sus características, evidentemente muy diferentes a las de Marco Asensio, podían otorgar más presencia cerca de los centrales contrarios. Con Scepovic, como punta de lanza, se precisaba la movilidad de algún futbolista por detrás y aquí debía aparecer el número dieciocho. No fue así. El Mallorca adoleció de juego trenzado y nadie cogió la batuta del juego.

La cintura táctica de la Agrupación Deportiva Alcorcón no es rígida. Pepe Bordalás cambia continuamente de futbolistas y posiciones y eso le otorga un rango de cierta imprevisibilidad. Tres futbolistas, por dentro, para fortificar la zona de medios y Óscar Plano tirado a la banda derecha buscando diagonales fueron su propuesta. Eso, y la amenaza de David Rodríguez en la referencia. El hábitat de este delantero es moverse en el límite del fuera de juego y explotar su velocidad. Controlar ese aspecto, en el eje de la defensa, era condición indispensable para hacerse con la victoria. Y aquí aparecieron los centrales rojos. Pedro Bigas y Kasim sellaron su posición a la perfección y la amenaza del adversario se fue diluyendo.

Ya con las expulsiones el Mallorca no tuvo la paciencia necesaria. Se equivocó. Igualó al rival con un juego trabado y lleno de tensión. En cualquier caso es justo reconocer que el empate se ajustó al juego de los dos equipos.

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