21 diciembre 2014

UN PARTIDO JUGADO SIN ALMA





Las victorias mantienen a los entrenadores y la espada de la derrota siempre deja en posición incómoda a cualquier técnico. Pero nunca hay que olvidar que el Presidente es el capitán que toma decisiones ejecutivas. Utz Claassen se ha convertido en el nuevo Presidente de la entidad y él será el máximo responsable del futuro más inmediato.

El Mallorca vivió una auténtica pesadilla y fue consecuencia, sobre todo, por su falta de intensidad defensiva. Jugando así peligra absolutamente todo; hasta la categoría.
Valeri Karpin tuvo que decidir con respecto a sus bajas y retocó su línea de elaboración. En cobertura Saborit fue por el lateral izquierdo y no pudo cumplir con todo su objetivo. El eje volvió a estar representado por Kasim y Pedro Bigas. Ambos tuvieron una participación de escaso control, sobre Yuri, y manejaron dudas en desplazamientos a flancos. Alex Vallejo y Javi Ros formaron una medular mixta. Creación y destrucción de forma de combinada pero con una posición demasiado retrasada. Simplemente se vieron superados, desbordados y en ocasiones arrollados.

Durante los primeros cuarenta y cinco minutos el rival tuvo un plan defensivo superior. El juego, sin balón, fue para la Ponferradina. Su presión fue mejor, más intensa y eficaz.
En ataque José Manuel Díaz lanzó a Acorán sobre la banda izquierda roja. El número dieciséis buscó desmarques entre la posición de Bigas y Saborit y encontró mucha eficacia. Yuri se propuso fijar a los centrales y buscó crear dudas en los movimientos de ruptura. Lo consiguió.

La Ponferradina suele defender las faltas laterales de forma excesivamente profunda y el Mallorca estaba en la obligación de aprovechar tal circunstancia. En fútbol se trata de encontrar el punto débil del contrario y, simplemente, machacarlo. Los mallorquines cuentan con un arma diferencial y aprovecharla era obligación. La zurda de Marco Asensio, en todas las acciones de estrategia, asistiendo podía haber sido una de las claves del partido. La provocación de faltas, para forzar el error del rival, brilló por su ausencia y el Mallorca terminó jugando un mal partido de fútbol. Fue justo perdedor y, sobre todo, transmitió unas sensaciones realmente preocupantes.


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