20 marzo 2016

UN PUNTO DE PRUDENCIA


El Mallorca debía entrar al encuentro con un objetivo de juego claro y nítido. Alargar las buenas sensaciones de la primera parte de El Alcoraz pero sin repetir la última media hora. Para ello era obligación trazar el plan adecuado y forzar el juego del adversario. Los primeros cuarenta y cinco minutos fueron absolutamente rojos. Fue una lástima no cerrar el partido. 

El contraataque es el arma ofensiva que más hostigamiento ha producido al conjunto de Miranda de Ebro. Curiosamente es su mayor aval y su peor rédito. Evitar sus contras y pagar con la misma moneda fue la puesta en escena.

Fernando Vázquez volvió a fortalecer su medular con tres futbolistas. Yuste anclando con Sissoko y Damià evolucionando. El overbooking en la medular fue la constante a superar. 

El Mirandés tiene un plan de juego diferente al resto de equipos de la Segunda División. El 1-3-3-3-1 impuesto por Carlos Terrazas hace que los partidos tengan un componente distinto. La fortaleza, asfixiante y sin tregua en la presión por dentro, obliga a encontrar espacios ganadores por fuera.  

Y aquí se debían desatar las hostilidades rojas. Lago Junior, desde el perfil derecho, tenía la obligación táctica de martillear a Kijera. Por el otro flanco Salomao tenía que conquistar amplitud para así hacer crecer la duda entre los centrales contrarios. El juego exterior se ganó en la primera parte y se desaprovechó en la segunda. 
 
Ortuño volvió a liderar el ataque mallorquín. Su tozudez en la referencia fue un incordio táctico para el rival. Sembró duda y recogió eficacia. Su jerarquía en el juego de ataque fue absoluta. Él fue la balanza que desequilibró y descentró al Mirandés. 
 
En esta categoría cada rival es un mundo y todos los partidos precisan de adaptación al rival y a las circunstancias. El Mallorca durante la segunda parte pudo elegir si arriesgar o conservar. Se quedó a medias. Vázquez colocó un doble pivote para lanzar a tres medías puntas para intentar llegar y ayudar a Ortuño. Fue del todo imposible. Hubo más miedo a perder el punto que intención de arriesgar a ganador y llevarse así el botín de la victoria.  

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