El Mallorca jugó con el famoso "candado italiano", repliegue muy intensivo, unir al máximo las líneas de presión, poca distancia entre la espalda de los centrales y el portero, tapón en el centro del campo con tres medios centros que tenían asignadas muchas tareas defensivas, bandas de contención y un falso delantero más pendiente de las vigilancias defensivas que de iniciar el contraataque.
La posesión del Barça no era efectiva, no se transformaba en profundidad de ataque y entonces llegó lo que esperaba Manzano, la única ocasión del partido que se le suele presentar al practicante del Catenaccio debe ser aprovechada pero en esta ocasión Jonás erró el penalti que pudo ser determinante.
En la segunda parte más de lo mismo, aunque debido a la acumulación del esfuerzo la presión bajó en su intensidad y el Mallorca cedió alguna ocasión más.
Y cuando todo parecía indicar que el cerrojo del Mallorca conseguría un punto llegó el castigo de encajar el gol de rebote en una acción estratégica.
Aunque analizando los argumentos presentados por unos y otros lo más cercano a la realidad es señalar que la victoria blaugrana es simplemente justa.
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