24 marzo 2014

UNA VICTORIA ANÍMICA


El choque era más que complicado. Muy difícil. Sumar tres puntos ante un filial que tiene talento, velocidad y racha de ganador es tarea para un equipo comprometido. Pero los partidos son muy imprevisibles y los mallorquines se vieron con superioridad muy pronto. La expulsión de William condicionó el estilo y la estrategia de ambos contendientes. El Real Madrid Castilla pasó de atacar a contraatacar y el Mallorca tuvo que asumir responsabilidad. Estos partidos, en ocasiones, se complican. El rival termina por no jugar continuamente a la ruleta rusa. El repliegue blanco cerró espacios y obligó al Mallorca a proponer. Y no supo hacerlo.  
Por su parte el filial blanco inicialmente jugó su típico partido. Velocidad en finalización con transiciones altamente combustibles. Burgui y Lucas Vázquez se vistieron de amenaza con llegadas de laterales jerárquicos. Después de la expulsión se enrocaron y buscaron un contraataque ganador que encontraron gracias a un agujero en el eje de la defensa mallorquina. 

Los blancos normalmente si se encuentran telaraña defensiva optan por pase largo, de alguno de sus centrales sincronizado con desmarque en diagonal de medias puntas, y tiro o segunda jugada. El Mallorca sí supo neutralizar tal circunstancia del juego y además pudo aprovechar una de las lagunas de su rival; la estrategia. En todas las acciones de balón parado el Real Madrid Castilla evidencia cierta endeblez defensiva y aprovecharlo fue virtud. Dos goles iniciados en saque de esquina dieron tres puntos que pueden ser determinantes. Después llegó la jugada del penalti y la fortuna ayudó a un Rubén Miño que ya se ha ganado el sobre nombre de para penaltis. En fútbol el resultado siempre es lo más importante y el Mallorca, sin hacer un buen partido, pudo cerrar la victoria. Evidentemente toca mejorar los ataques posicionales y ser más jerárquico en el juego. A partir de ahora todo es posible. 

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