Medir fuerzas contra un equipo superior tiene sus
ventajas. Todos los futbolistas son conscientes de la dificultad y, en muchas
ocasiones, superar el cenit de rendimiento es más sencillo. El Valladolid,
sobre el papel, es uno de los tres poderosos de la Segunda División. Equilibrio
defensivo, diferentes posibilidades en ataque y eficacia en ambas áreas. El
Mallorca no podía eludir la responsabilidad. Demasiados partidos sin ganar,
ante rivales que tienen objetivo de ascenso, y este choque debía convertirse en
tres puntos de tendencia psicológica.
Pero hubo una auténtica bofetada de
realidad. En veinte minutos, de la primera parte, el Valladolid le pintó la
cara al Mallorca y demostró galones en juego y marcador. Pero lo peor llegó
durante la segunda parte. La sensación de inferioridad fue tan alta que buena
parte de la afición decidió abandonar el estadio.
Inicialmente Valeri Karlin tenía que encontrar soluciones
al poder destructivo de su rival. Y no lo hizo. Ayudar, mediante engranaje
táctico, algunas posiciones era tarea obligada. El Mallorca fue con Company y
Saborit en flancos y, precisamente allí, se debía encontrar la eficacia
defensiva. Ayudas de Joao y Bustos, además de cierta colaboración en banda,
eran imprescindibles para poder doblegar al rival. Pero la ineficacia fue casi
absoluta en toda la zaga. El centro del campo fue poroso y la línea de
cobertura se resintió tanto en eje como en los costados. Pedro Bigas y Kasim
fueron torpedeados con un acoso y derribo prácticamente constante.
Por su parte Rubi lanzó todo sobre el verde de Son Moix.
Jonathan Pereira fue una auténtica pesadilla para los centrales mallorquines.
Su posición fue clave para que su equipo remontara con justicia y autoridad.
Mojica y Jeffren como estiletes por banda con Timor de pasador se encargaron de
poner fuego. Leao ocupó una posición de ancla. Su tarea era la de iniciar el
juego de elaboración pero también adoptó una posición de bastión
defensivo.
El Mallorca ha vuelto a fallar ante uno de los más
fuertes y el efecto globo se ha vuelto a pinchar. Ahora mismo parece imposible
que este equipo, ni con los refuerzos invernales, sea capaz de ilusionar a su
masa social. ¿O sí?
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