21 septiembre 2015

UN JUEGO SIN LUZ NI EFICACIA



Conocer y explotar las debilidades del adversario, en una competición tan igualada como la Segunda División, puede ser la diferencia entre ganar y perder. Las directrices tácticas del Nàstic estaban más que anunciadas y la sorpresa era prácticamente imposible. Jugar contra un rival pronosticable no es garantía de éxito pero sí puede otorgar superioridad posicional.
Conocer, por adelantado, al adversario es una ventaja que no puede desaprovecharse. El Mallorca se empeñó en evitar hacer daño. Jugó deslavazado y fue ligeramente inferior a su rival. La capacidad de creación de juego fue insuficiente para, al menos, empatar. 
Los catalanes fueron con lo previsto. Sin renunciar descaradamente a la conservación del balón, han perdido esta estadística en todos sus enfrentamientos, apostaron a la inmediatez. Vicente Moreno volvió a colocar a Emaná por delante de un mixto centro del campo. Sergio Tejera intentó destilar su talento. Dejó la anarquía de Jean Luc sobre el perfil derecho y manejó la movilidad de Rayco. 

Albert Ferrer formó su equipo con dos delanteros centros añadiendo un doble pivote de despliegue. Sissoko mezcló con Yuste para empatar en el centro del campo. La conservación fue ficticia y casi imposible. Los mallorquines cuando tuvieron el balón solo fue dónde al contrario le interesó. También se perdió la superioridad numérica en el centro del campo con un Emaná eficaz, brillante y letal. 
Acuña y Bianchi volvieron a tapar sus propios desmarques y carecieron de amenaza real. Por supuesto que pueden jugar juntos. Pero no como lo hicieron. Estorbarse para facilitar la marca del rival es absurdo. Además, durante demasiados minutos, jugaron demasiado alejados de portería adversaria y sus llegadas terminaron por ser casi imposibles. 

La estrategia es clave en Segunda División y el Mallorca sigue empecinado en desaprovechar tal circunstancia. El Nàstic ha mostrado, en sus partidos, algunas lagunas en zona de rechazo. Preparar alguna jugada a tal efecto hubiera podido dar rentabilidad. Ni siquiera se intentó. 
El Mallorca volvió a manejar el esférico con escasa luz. Pero es justo reconocer que el empate hubiera sido el resultado más adecuado al juego tirado ambos equipos. Queda mucho margen de mejora pero el tiempo empieza a apremiar. ¿Podrá el entrenador del Mallorca encontrar la eficacia? 

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