22 noviembre 2015

EL ESTANCAMIENTO ES UNA REALIDAD



Ganar, sin ningún tipo de excusa, era prioridad. Y no se consiguió. El Mallorca tenía una prueba de fuego relativa. Su rival como visitante no presentaba, a priori, una gran intimidación.
El Lugo tiene capacidad para generar fútbol de posesión pero, como muchos equipos de Segunda División, cuenta con verdaderos problemas para finalizar. Cuatro de sus cinco victorias fueron por un exiguo uno a cero. Y alguna, como la de Girona, tirando de cierta fortuna. 
La estrategia de juego se antojaba esencial y determinante. Para este partido había que salvar la mejor línea del adversario. El centro del campo. Y aquí se abrían dos posibilidades de juego. Disputar la conservación del balón o saltarse la medular para así tener el control del partido. Los mallorquines optaron luchar por el esférico y, al menos, esta circunstancia del juego también la empataron. 
Albert Ferrer, durante la primera parte, volvió a jugar con tres futbolistas por dentro dejando en liza de ataque a Corominas con la ayuda de Pereira y Moutinho. Las ocasiones brillaron por su ausencia. Los dos equipos mostraron todas sus debilidades ofensivas. 
Con Jonathan Pereira escorado sobre su perfil izquierdo el peligro ofensivo estaba más que anunciado. Campabadal fue el escogido para neutralizar al número veintitrés. Fue eficaz y lo sujetó con acierto. Después dio cuenta, con mucha diligencia, de Joselu.

Luis Milla dio galones de juego a Carlos Pita y Fernando Seoane. Estos dos medios centros, acompañados de Sergio Marcos, se juntaron para manejar posesiones de balón. A ratos lo consiguieron pero no fueron eficaces por culpa de su línea de vanguardia. 
Ya en la segunda parte hubo reacción motivada por los cambios del entrenador. Bianchi se situó en la referencia y James fue revulsivo por el ala izquierda. Llegaron los mejores minutos rojos que no bastaron para sumar los tres puntos.
Salvar y mejorar el problema del gol ya es prioritario. El Mallorca genera poco fútbol ofensivo. Sus llegadas además de ser previsibles inquietan poco a los centrales contrarios y la referencia de Bianchi empieza a tener un color más que preocupante. La necesidad de cambiar la dinámica es una necesidad absoluta. 

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