Éste, de todos los partidos jugados por el Mallorca hasta
la fecha, era el de más jerarquía. Un rival poderoso, con estado anímico
superior y con futbolistas determinantes. Aprovechar la oportunidad, para
derrotar a un contrario que todavía no había caído como visitante, era
necesidad. No pudo ser. De hecho fue totalmente imposible. Durante los primeros
cuarenta y cinco minutos solo hubo sufrimiento y buen fútbol del rival. Después
se igualó algo más.
Albert Ferrer recuperó el triángulo en la medular. Yuste
estuvo por delante de los centrales. Sissoko tuvo que emplearse a fondo y Javi
Ros sufrió desde el centro del campo. La batalla de la zona ancha del terreno
de juego fue para el contrario. La primera parte fue un monólogo. Lección de
fútbol del Zaragoza que manejó con mucho criterio todos los aspectos del juego.
Solo la fortuna evitó el gol.
Bianchi siguió trabajando de forma abnegada y
colaboracionista. Volvió a correr en exceso, juntándose con los medios, dejando
desasistida la punta del ataque. Sus desgaste es más inconveniente que virtud.
Jugar con un único delantero obliga y su dinámica volvió a ser demasiado larga.
No volvió a marcar.
Ranko Popovic no ha tenido una travesía sencilla. Ha ido
superando las múltiples lesiones, algunas de muy larga duración, con decisiones
acertadas. En Son Moix volvió a vestir a su equipo con 1-4-1-4-1. Vallejo,
quizás el mejor central de la categoría, asumió galones en el eje de la zaga.
Erik Morán sumó equilibrio para que Diamanka pudiera ejercer sus típicas
funciones de despliegue. En línea de amenaza apareció Hinestroza por la
izquierda y la lucha de Ortuño en referencia. La medular nunca fue roja y
control del partido se decantó demasiado.
La segunda parte estuvo algo más igualada aunque jamás
hubo posibilidad de victoria mallorquina. El Zaragoza fue más conformista y eso
se notó hacia el último tramo de partido. Los cambios tampoco consiguieron
girar la tendencia del encuentro. Brandon destiló algo de talento y enseñó
alguna amenaza sobre Vallejo y Cabrera. En cualquier caso todo fue insuficiente
para alcanzar la victoria.
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