El Mallorca estuvo más pendiente del resultado que del
juego. Las decisiones fueron a remolque del gol inicial y las circunstancias se
pagaron con derrota. Las bajas eran de tronío y, a pesar de ello, hubo ambición
inicial. Solo inicial y también final. La elección de los futbolistas pudo
parecer convencional. Al principio no fue así.
El Mallorca apostó por un perfil
de juego con más codicia táctica. En fútbol siempre hay que asumir algún riesgo
y el éxito nunca está garantizado. Elevar la presión e intentarlo a través del
esférico dependiendo de los futbolistas escogidos fue la opción. Los primeros
quince minutos fueron una apisonadora roja. Después hubo un ritmo más lento y
dividido.
Había que decidir cómo igualar el centro del campo del
contrario. Yuste tuvo la compañía de Damià y, junto con la ayuda de Ros,
consiguieron enrocar la medular. El Tenerife se ancló sobre su trivote de seguridad. La
baja de Aitor Sanz fue cubierta con garantía. Vitolo, Ricardo y Abel pusieron
tiza en la zona de medios. Intentar franquear tanta presión parecía misión
imposible. Y aquí hubo empate técnico. No quedaba más remedio que buscar otra alternativa de ataque. El oasis debía ser la circulación y machacar con el juego exterior. Martillear a los laterales canarios parecía la mejor opción de todas. Allí Pepe Gálvez tuvo que superar bajas y colocó a Moutinho con Campabadal por delante de un Company que tuvo que bailar con la más fea.
Bianchi volvió a encontrase incómodo y con escasa
participación ofensiva. La ausencia de Brandon volvió a aislar al delantero
italiano. Jugar tantos minutos con tres por dentro dejó una línea de vanguardia
demasiado huérfana.
Durante la segunda parte hubo una lectura de partido más
ávida por parte de Pep Lluís Martí. Mientras el Tenerife cambió su sistema
tirando de valentía, con tres medias puntas y su delantero centro, el Mallorca
se fortificó con músculo en la medular. Se pagó con una derrota quizás algo
exagerada. El empate su hubiera ajustado más a los méritos de los dos
contendientes. Al final Pepe Gálvez firmó su segunda final con una derrota
dolorosa.
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