02 diciembre 2015

LA FORTALEZA DEL ENTRENADOR



Los resultados en fútbol son sentencia. Siempre y sin excepción. La gestión depende del balón y para tener éxito es preferible hacer las cosas bien. El Mallorca, desde el inicio de la pretemporada, ha cometido muchos errores. Algunos tan groseros que serán imposibles de olvidar.
Demasiados jugadores no suman y forman parte de un equipo que marcó con demasiada ligereza el objetivo del ascenso. Para conquistar la Primera División es necesario tener un plan correcto y además se tiene que ejecutar eficazmente.
Al final la cabeza de turco, como siempre, volvió a ser el inquilino del banquillo. Albert Ferrer también ha cometido fallos por doquier. Su absoluta inmovilidad a la hora de reformular objetivos más cortos, así como una falta de reconocimiento de errores sobre el juego, han ayudado en su condena Su complicidad, absoluta con todas las decisiones de la propiedad, le han llevado a un callejón sin salida y, sin ser el único culpable, ha pagado con su cargo. Nada nuevo. 

Ahora llega un nuevo líder; Pepe Gálvez. El club afirma que lo hace de forma interina y quizás ésta no sea la forma más adecuada de comenzar. En fútbol hay ejemplos para todo pero empezar entrenando un equipo como si fuera una prueba no parece lo más adecuado. 

Gálvez tiene el conocimiento apropiado y se merece la confianza adecuada. Tendrá que tomar decisiones con respecto al juego y mejor si el vestuario, desde el primer momento,  lo ve con la fortaleza que el cargo se merece. 

Ante él se abren muchos interrogantes que tendrá que solucionar. ¿Qué cambiará? ¿Cómo jugará? ¿Qué ocupación del campo elegirá? ¿Habrá eficacia en estrategia ofensiva? ¿Asumirá el rol de interinidad? ¿Cambiará el objetivo?

El Mallorca precisa urgentemente fortaleza y estabilidad en el banquillo. El juego y los resultados no se mantienen por arte de magia. Incrementar la nómina de futbolistas que pueden aumentar las posibilidades tácticas del conjunto parece una obligación. Deshacer el entuerto que se formó en verano ya es una necesidad de supervivencia. 

Pepe Gálvez tiene por delante un reto apasionante. Se merece crédito, tiempo y confianza. ¿Lo tendrá todo?  Veremos.

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