08 septiembre 2016

EL MALLORCA SIGUE VIVO EN LA COPA



La Copa nunca debe verse como un lastre y sí como una ayuda de autogestión. Además se puede y debe utilizar como una motivación extra. Tener alguna opción siempre es motivo de ilusión. La Primera División se ve desde la distancia e intentar llegar a una eliminatoria, para medir fuerzas con la élite, es un regalo que no debe desaprovecharse. 
Ambos entrenadores aprovecharon para examinar a sus jugadores menos participativos. Así pudimos comprobar el fondo de armario en una competición oficial. Fue una manera de despejar dudas sobre el rendimiento. Y muchos futbolistas rojos ofrecieron demasiado poco fútbol. Prácticamente Pol Roigé y algunos minutos de Dalmau se pueden salvar de la quema. 
Fernando Vázquez cambió el sistema de juego y se asentó bajo la tutela del 1-4-4-2. Hubo escaso control con y sin balón. Ansotegi se colocó con Pleguezuelo sobre el eje defensivo. Tuvieron lentitud bajo la salida de balón y condicionaron el juego en la medular. En el centro del campo aparecieron dos futbolistas. Yuste y Damià manejaron el esférico con lentitud siendo demasiado previsibles. 


En la línea de vanguardia Pol Roigé se juntó de inicio con Óscar Díaz para continuar con un Brandon que careció de estatus de amenaza hasta que alcanzó el gol que dio la eliminatoria. 
El Mallorca, en las últimas tres temporadas, quedó eliminado en su primera eliminatoria. Alcorcón, Las Palmas y Huesca se encargaron de dar cuenta del cuadro mallorquín.  Curiosamente los tres equipos quedaron por delante en la competición liguera.


Quedar fuera, a las primeras de cambio, no garantiza absolutamente nada. Todo lo contrario. Seguir vivo en la Copa ayuda a reforzar al grupo y a mantener el espíritu competitivo dentro de él. 


Solo los perdedores esgrimen la excusa de la importancia de la Liga. La realidad es que siempre  es mejor estar vivo en las dos competiciones y mantener el ritmo competitivo de toda la plantilla. Esta vez el Mallorca consiguió su objetivo. Pasó de ronda y lo hizo después de un partido que invitó más al bostezo que a la diversión. 

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