05 septiembre 2016

JUGARON Y MERECIERON GANAR




El Mallorca, en Segunda División y en su propio feudo, siempre tiene que asumir la presión de la victoria. Va con el escudo. Es imposible modificar tal circunstancia. Jugar a ganador sin pensar, ni por un instante, en el premio menor del empate es una obligación. Y los rojos salieron dispuestos a finiquitar el partido por la vía rápida. Hubo intensidad en la recuperación y amplitud con profundidad en el ataque. Jugaron bien y merecieron ganar. 
Era un partido muy diferente a los dos anteriores. Los dos equipos habían presentado candidatura a la posesión del balón y la duda estaba presente. ¿Quién se atrevería a asumir el esférico? Sin duda fue el equipo local el que asumió galones. Incidir sobre el punto débil del rival debía ser una de las consignas.

En línea de retaguardia, en ocasiones, ha mostrado fragilidad después de pérdida. Esperar el momento oportuno se antojaba como la mejor opción. Fue así. Los mallorquines se lanzaron con ataques bien trenzados. Faltó lo más difícil del fútbol. El gol. 


Un rival que es aspirante a todo y tiene talento suficiente para ofrecer diferentes soluciones tácticas no es sencillo de neutralizar. El Oviedo presentó potencial en los extremos. Diferentes pero con veneno en su fase ofensiva. ¿Cómo sujetar él desequilibrio de Nando y los pases de Susaeta ?
Fernando Vázquez, sobre la velocidad del número veintidós, colocó a Campabadal. Cumplió y neutralizó. Por su parte Susaeta no es rápido pero sí capaz de otorgar velocidad al juego, suministrar pases desde su flanco y es venero puro a balón parado. Oriol tenía que evitar hacer faltas sobre su pareja de juego. Lo consiguió y, además, lo neutralizó. 
A medida que fueron pasando los minutos Culio fue menguando y Lago Junior creciendo. Fernando Vázquez optó por cambiar el sistema poniendo a Lekic y Brandon en liza con las bandas sobre Culio y Juan Rodríguez. Jugando así también hubo superioridad pero con menos claridad. 


Finalmente el gol no llegó y se escaparon dos puntos que se debieron quedar en Palma. El juego debe llenar los tanques de la autoestima pero la falta de definición empieza a ser una incógnita que parece difícil de despejar. 

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