02 octubre 2016

LASTRADOS POR LOS FALLOS


El Mallorca empezó jugando su partido con personalidad y solvencia. Ante presión alta de contrario hubo intento de juego trenzado. Se llegó y se generaron algunas ocasiones de gol. Pero poco a poco los errores defensivos terminaron por lastrar y conquistar otra derrota. Demasiadas fisuras ayudaron al contrario a creerse superior y crecer hasta voltear el partido. Los mallorquines perdieron el fútbol en las dos áreas 

Fernando Vázquez, después de haber entrenado un sistema de tres centrales, se decantó por la línea de cuatro zaguerosCabrero tuvo que colocarse bajo palos. Le tocó sacar hasta tres veces el esférico del interior de la portería. Pero es justo reconocer que los errores fueron más del colectivo que de carácter individual.

Juan Domínguez se prestó a la iniciación y, en ciertas fases del encuentro, lo consiguió. Por delante Damià estuvo abnegado pero vetusto en su trabajo y Culio ayudó en su trabajo en la medular.  

Jugar contra un adversario que no conoce el olor de la derrota tiene un punto extra de dificultad. La confianza rebosa en todos los futbolistas y las directrices del entrenador son ley. Luis César Sampedro planteó el partido con un esquema ya visto. Metió su dupla de creación para absorber el esférico y el control del partido. Carlos Pita ordenó y dirigió pero no dominó de forma clara la zona más ancha del terreno de juego. 

El trabajo por fuera no debía ser baladí. Allí el rival metió los pases con rosca de Iriome y el buen hacer de Pedraza. Los mallorquines contestaron con la velocidad de Lago Junior y la intermitencia de Moutinho. Lago fue posiblemente el mejor futbolista rojo. Fue dinámico y tuvo llegadas. Pero su falta de clarividencia delante de José Juan fue una condena. 

El Mallorca incidió en encontrar espacios por delante, también por detrás, del doble pivote contrario. Allí había más  posibilidades de ganar el partido. Los encontró y volvió a llegar con cierta sensación de peligro. Pero la esterilidad de cara a portería contraria ya no es una casualidad. Es una tendencia absoluta que debe atajarse ya que también empieza a contaminar el juego defensivo. 

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