Con la permanencia prácticamente asegurada el Mallorca ni puede ni debe cargar su fútbol sobre la presión del resultado. Su posición en la tabla clasificatoria y el desahogo que supone no tener que asumir un hipotético descenso obligan a este equipo a ofrecer un buen juego en sus partidos como visitante. Y en esta ocasión los jugadores del Mallorca supieron jugar con el estrés de su rival durante prácticamente todo el partido.
Gregorio Manzano optó por colocar un equipo con un posicionamiento más alegre. Pero en fútbol la colocación sólo representa una pequeña parte del juego puesto que los movimientos y, sobre todo, la ocupación del campo acaban teniendo una mayor repercusión sobre el control del partido. Y sobre este fundamento se basó el excelso juego del Mallorca durante casi todo el encuentro.
Por su parte Onésimo dibujó un equipo sin un plan estratégico consistente. La posición de sus medios centros, Medunjanin y Borja, con respecto a su juego exterior y a su delantero Manucho desactivó cualquier posibilidad de hacerse con el control del juego. Su equipo se ahogaba por su propio posicionamiento. Aún así el técnico del Valladolid intentó rectificar su planteamiento dando entrada a Costa y a Lázaro pero siguió ofreciendo una imagen demasiado pobre y deslavazada.
El Mallorca que empezó ejerciendo una fuerte y sincronizada presión sobre la línea de tres cuartos fue retrasándola a su conveniencia para matar al contrario con contraataques. Los rojillos fueron tácticamente superiores, tuvieron una lectura del partido mejor y además acabaron aprovechando sus oportunidades.
En resumen el Mallorca hizo un buen partido y además consiguió un magnífico resultado que le ayudará a seguir trabajando para fijar, de una vez por todas, el objetivo de Europa.
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