Para este choque Juanma Lillo rescató el 1-3-3-3-1 colocando a M’Bami, Bernardello y Vargas por delante de una línea de tres defensores. Sus tres medias puntas, con Soriano además de Crusat y Piatti por las alas, debían asegurar una alta dosis de posesión del balón para suministrar buenas asistencias a Uche que jugó como referencia en ataque.
Pero el dispositivo tejido por el entrenador vasco tenía una fragilidad y el conformismo por el resultado acabó por ayudar a enseñar esta debilidad. La posesión y la localización de balón eran fundamentales para asegurar el posicionamiento de su juego exterior y por diferentes motivos el Almería acabó mostrando cierta vulnerabilidad.
Manzano acercó a Borja a la zona de medios y refrescó, con Keita y Webó, toda su línea de vanguardia. A su vez los andaluces retrasaron su posicionamiento con una mentalidad más conservadora y acabaron otorgando más posesión a su adversario. Esto obligó a dos de sus tres medias puntas a retroceder demasiado su posición y este pequeño detalle táctico ayudó a que los rojillos tuvieran la oportunidad de empatar el encuentro.
La eficacia en fútbol se asegura con pequeños detalles y en el momento culminante del partido el Almería tuvo cierto temor a la derrota que acabó por ayudar al Mallorca en el tramo final del partido.
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