Ya es un hecho. El Mallorca
afrontará lo que queda de campeonato con la necesidad de sumar, de tres en tres,
para así eludir el descenso. Se ha ganado a pulso jugar con la presión del
resultado y las excusas, si no se consigue el objetivo, serán sólo eso; burdas
excusas.
Para este partido tan
importante hay un nuevo condicionante que puede ser, o no, punto de inflexión. Cuando
hay un cambio de entrenador todos los contadores, menos el de la clasificación,
se ponen a cero. Los jugadores estiran su atención y, como consecuencia de
ello, las posibilidades de éxito se incrementan. Pero este efecto sólo es
temporal y el Mallorca necesita imperiosamente alargarlo en el tiempo. El
margen ya se agotó y las victorias deben llegar de forma rápida y continuada.
Gregorio Manzano tendrá que tomar muchas decisiones que condicionarán el resto
de la temporada. Ahora mismo, ante él, se abre una tarea tan desafiante como
estimulante. Tendrá que decidir sobre sistema, ocupación, organización,
estrategia y estilo. Además tendrá que adivinar en la elección de unos
futbolistas que ya no podrán esgrimir muchas más justificaciones. Y todo ello contando
con la reticencia de parte de una masa social que escrutará con lupa sus
movimientos y manifestaciones.
El
cronómetro se pondrá en marcha a las cuatro de la tarde y será contra un
conjunto que no ha titubeado en su propuesta futbolística. Osasuna ha tenido un
inicio de temporada complicado, difícil y bastante embarazoso. Pero siempre ha
manifestado mejor fútbol que puntos en su casillero.
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