Ahora en Mestalla, desde el
minuto cero, empieza la exigencia total. Conquistar puntos es prioridad y
maximizar la calidad propia una necesidad.
A estas alturas de competición valorar, con excusas, el potencial del
rival carece del más mínimo sentido. Disfrutar jugando, dentro de la necesidad
competitiva, puede ayudar a mejorar el rendimiento. El miedo a perder es
perjudicial y termina por atenazar a los futbolistas. Jugar a ganador y
arriesgar, sin complejos clasificatorios, puede ser una estrategia inteligente
que sorprenda a un adversario que querrá sumar otra victoria.
El equipo de Ernesto Valverde manifiesta algunas
lagunas en su juego que el Mallorca está obligado a aprovechar. Dentro de su
línea de cuatro, más concretamente en su flanco izquierdo, aparecen
dificultades en la contención. Cissokho o Guardado no terminan de cerrar con la
máxima eficacia su posición regalando, en bastantes enfrentamientos,
posibilidades de ataque al contrario. Otra lunar está en el inicio de sus
ataques. En ocasiones la falta de posibilidades, con pérdidas de balón en zona
de riesgo, les condena a sufrir contraataques muy peligrosos. Sí, a pesar de
contar con centrales de jerarquía y manifestar alguna mejoría, el Valencia
encaja bastante y aquí el Mallorca podría encontrar su hábitat de rendimiento
óptimo.
En cualquier caso el
Mallorca tiene espacio para obtener un buen resultado y no caer en la derrota.
También es más que probable que ambos entrenadores recurran a los tres medios centros
y así la batalla por conquistar la medular será tan cruenta como apasionante.
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