El Mallorca
tiene un problema defensivo de una magnitud incontrolable. Defender mejor es
una necesidad de supervivencia. Ante Osasuna los errores atrás fueron tan
groseros que el rival no tuvo más remedio que aprovecharlos. Es cierto que el
Sadar, a priori, representa una de las salidas más exigentes del campeonato.
Rival duro con campo lleno de dificultad ambiental. Y ante un adversario de
tanto fuste era importante, vital de pura necesidad, tomar decisiones tácticas
inteligentes. Osasuna se mostró, hasta el partido de ayer, con problemas en el
juego aéreo y, sobre todo, con dificultad en ajustar marca con el balón en
posición lateral. Intentar ponerlos en dificultad, en este tipo de acciones,
era obligación.
Para ello el Mallorca tenía que acertar con los jugadores pero,
para este partido, era trascendental adivinar cómo hacer sangre sobre el rival.
En fútbol dar un paso atrás no significa cobardía. Cerrar pérdidas de balón, en
en el centro del campo iniciando ataques, y controlar el empuje inicial de los
navarros debían ser dos preceptos totalmente inquebrantables. Durante la
segunda parte no se cumplió para nada con el objetivo.
Inicialmente
Valeri Karpin puso a Ruben Miño bajo palos con Agus y Truyols, en el eje, con
Gulan y Pau Cendrós de laterales en flancos. La línea defensiva terminó siendo
una verbena. Dos centrales con tarjeta, cambios defensivos para intentar
apuntalar y repliegue fueron una condena absoluta. En el centro del campo
también aparecieron lagunas defensivas que hicieron más porosa la línea
defensiva. Pero es justo rescatar a tres futbolistas que cumplieron.
Marco
Asensio apareció en una posición más centrada. Aquí puede explotar más sus
características de juego. Lanzar pases diferenciales sobre flancos y alimentar
al delantero centro. Excelente su gol. Scepovic debía fijar y dar calidad de
finalización. Lo hizo y consiguió dos goles que no explican su cambio cuando el
resultado ya era adverso. Y Arana estuvo trabajador y colaborador en
situaciones de contraataque.
Hacer cuatro
goles y no conseguir ni un triste empate es la respuesta al juego puesto
sobre El Sadar. El cuerpo técnico del
Mallorca, junto con sus jugadores, debe ponerse a trabajar y olvidarse de los
problemas institucionales. Cada palo debe aguantar su vela y los profesionales
del balón pueden y deben dar más de si. Ellos son los responsables de una
segunda parte sonrojante.
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