El nivel ha
aumentado y, con ello, la dificultad del objetivo. Esta Segunda División es más
y mejor que la temporada pasada. Los equipos que buscan el ascenso son más
compactos y tienen mejor talento. El rival, que se presentó en Son Moix, debía
servir para medir las prestaciones rojas. La Unión Deportiva Las Palmas es
aspirante a todo. Paco Herrera no sorprendió y se vistió con lo mejor que
tiene. 1-4-3-3 con fortaleza en el centro del campo, gracias a Vicente Gómez y
sus dos escoltas, y un tridente lleno de desequilibro.
Nauzet y, sobre todo, la
zurda combustible de Momo pusieron a prueba a los laterales mallorquines.
Mención aparte merece Araujo. El delantero, con su centro de gravedad bajo y
potencia en el tren inferior, suele moverse del delantero centro pero también
retrasa su posición dificultando así el trabajo de marcaje de los centrales. El
gol encajado fue un error de posicionamiento importante. No hubo presión y sí
un exceso de temporización. Después llegó el rebote anecdótico que fue un
imposible para Cabrero.
El Mallorca
empezó a sacar sus garras. Valeri Karpin no rehuyó el combate. Scepovic titular
como punta de lanza y el futbolista serbio marcó muchos desmarques, casi todos
en ruptura, pero se aprovecharon muy poco. Buscar sincronización entre
pasadores y sus movimientos al espacio debe ser una obligación táctica. En el
juego exterior aparecieron Pereira y Asensio en banda. Y era precisamente aquí
en dónde debía aparecer la eficacia.
El rival tenía su punto más débil en
flancos, más concretamente sobre los laterales Ángel y David. Uno por jugar
fuera de posición y el otro por su ansiedad competitiva. Las dos bandas jugaron
de forma muy diferente pero fueron la mejor amenaza para Las Palmas. Mientras
Marcó Asensio buscó diagonales, para intentar encontrar situaciones favorables
por dentro, el número siete fue más amplio y terminó firmando un partido
bastante bueno.
Ya en el centro del
campo se dirimió un combate de mucho trabajo.
Los tres jugadores canarios intentaron hacerse con la medular y, a
ratos, lo consiguieron. Joao, junto con un Pep Lluis Martí mayúsculo, pudieron
resistir con mucho sufrimiento. Pero el capitán, gracias a su experiencia y
buena lectura táctica, fue un escudo de protección que ayudó a pescar un empate
que puede considerarse como correcto.
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